Por Manuel Mora García, meteorólogo de AEMET

En los capítulos anteriores hemos analizado de forma pormenorizada los daños provocados por los intensos vientos en las ciudades de Madrid y Guadalajara durante la jornada del 12 de mayo de 1886. Gracias a las crónicas, grabados y fotografías, hemos podido reconstruir la senda de destrozos y evaluar los daños, lo que constituye un completo estudio de campo de este episodio 135 años después de su ocurrencia.
También se da una circunstancia poco frecuente en estos episodios, la de disponer de datos de observación meteorológica, ya que como hemos visto el tornado afectó al Observatorio Astronómico, donde se realizaban las observaciones meteorológicas oficiales.
Un aspecto fundamental a tener en cuenta en los estudios de campo tras el paso de un tornado, son las características de los objetos derribados y su desplazamiento direccional. Al aproximarse un tornado, como hemos visto en el capítulo dedicado a los aspectos dinámicos de los tornados, los vientos van cambiando de dirección, por lo que los objetos derribados (árboles, postes de luz, etc…) no se encuentran alineados durante todo el trayecto, sino que presentan orientaciones diferentes. En el caso de reventones, esta distribución teórica sería radial o divergente, y unidireccional en el caso de los derechos. Estos estudios de campo, en este caso a través de las crónicas, deben complementarse con el análisis de la situación meteorológica, siendo requisitos fundamentales la existencia de inestabilidad térmica, humedad, forzamiento dinámico y cizalladura del viento. En el capítulo anterior hemos realizado un analísis a escala sinóptica confirmando la presencia de los anteriores requisitos. En este último capítulo analizaremos con detalle la situación meteorológica a escala mesoescalar.
Secuencia temporal y datos meteorológicos
El Observatorio Astronómico, dirigido por Miguel Merino, realizaba observaciones meteorológicas regulares y rigurosas, de acuerdo a las normas establecidas. En su anuario, además de resumir las observaciones anuales, describía los principales episodios tormentosos. En la referencia a este evento se incluye un relato de los impactos observados, así como su cronología, por lo que consideramos de especial interés reproducir íntegramente esta excelente crónica que nos sirve de resumen de lo descrito en capítulos anteriores, complementado con las observaciones meteorológicas.
Resumen de las observaciones meteorológicas del Observatorio Astronómico de Madrid. Pag.202:
Mes de Mayo de 1886.
Día 12, por tarde y noche.— Espantosa.
Apacible, húmedo, y algo fatigoso, por la mañana: propiamente de primavera. Nuboso y de aspecto vario, a medio día; y anubarrado y algo lluvioso a media tarde, sin ningún aparato eléctrico imponente, ni aun ostensible casi, todavía.
Tempestuoso el cielo desde las 6 horas de la tarde. De las 6 h 25m a las 6 h 50m relampaguea y truena débilmente y cae copioso aguacero, mezclado a ratos con granizo menudo y no muy abundante tampoco.
Al principiar el nublado, procedente del S. y S. O., la veleta apunta al S. E.; luego al E. y N. E.; y por largo rato, mientras descarga la tormenta, al N., contrariando el viento rastrero el movimiento de las nubes, de avance lento hasta entonces en sentido contrario. Pero a las 6 h 50m la veleta se inclina al N. O., luego al O., y poco después, antes de las 7 horas, al S. O. Y conforme el viento gira, y varía así en dirección, aumenta descompasadamente en intensidad, y concluye por soplar arremolinado, desde las 7h 1 m a las 7 h 6m principalmente, con furia devastadora y muy rara vez, ni aun por breves momentos, advertida en Madrid: sin ejemplar, seguramente, en los últimos veinte años.
El barómetro, ya bajo por la mañana, aunque no tanto, ni con mucho, como en otras épocas de borrasca, y que desde las 1 2 horas del día a las 6 horas de la tarde, experimentó una depresión extraordinaria de 6 milímetros (2 milímetros, de las 12 a las 3 horas; y 4 milímetros, desde las 3 a las 6), osciló de un modo violento durante el breve paso del huracán, en amplitud por dos veces, casi instantáneamente, de 3 a 4 milímetros.
Los destrozos producidos por tan espantoso conflicto atmosférico, apreciables desde el Observatorio, al cerrar la noche y cuando no se había disipado todavía la tormenta, ni aplacádose la furia del viento, eran verdaderamente aterradores e incalculables. Las techumbres de los edificios y los cierres de puertas y ventanas experimentaron graves deterioros; y daños también de mucha consideración se advertían en el arbolado. El castillete o entramado de madera, levantado para la edificación de la inmediata Escuela de Ingenieros de Caminos, no pudo resistir el empuje del viento, y se desplomó con aterrador estrépito por completo. Y la misma suerte, según noticias del momento, corrieron otras construcciones inmediatas, más consistentes, y sobre todo menos expuestas sin defensa, al parecer, a la embestida descomunal é insidiosa del huracán.
Después de las 8 horas sobreviene nueva tempestad eléctrica por S. O. y O., y cae, con viento moderado, copiosa chaparrada.
A las 9 horas de la noche todo parecía concluido; pero, antes de las 9 ½ apunta otro nublado temeroso por S. O. y O., que se extiende en breve por todo el cielo, con rumbo hacia el E. y N E., y que, entre 10 horas y 10 h 45 m despide otro violento aguacero, con aparato eléctrico más im ponente que en los casos anteriores. Desde las 11 llovizna mansamente. Y a las 12 se restablece por completo la tranquilidad atmosférica, durante seis horas tan hondamente perturbada.
A la mañana del siguiente día, por los relatos minuciosos y conmovedores, publicados por los periódicos de la capital, y por el examen ocular del terreno devastado por aquella tan tremenda racha de viento huracanado, en los breves, sí, pero sobre toda ponderación angustiosos momentos de las 7 a las 7 h 6 m de la tarde del 12, adquirióse, con general espanto, detalladoconocimiento de la extensión y gravedad de la catástrofe ocurrida. En el trayecto de los Carabancheles a las Ventas del Espíritu Santo, de S. O. a N. E. aproximadamente, como de 12 a 15 kilómetros de longitud y anchura muy variable, de mil metros a lo sumo; mientras el huracán se precipitaba en devastador torbellino hacia el puente de Toledo; daba la vuelta luego por la ronda del S. y S. E., rozando por allí a la población de soslayo; dejaba percibir también su pavoroso resoplido por las calles de Atocha y Carrera de San Jerónimo, y calles afluentes a la de Trajineros, entre ambas comprendidas; invadía con saña destructora el Jardín Botánico, sin tocar apenas en el Museo de Pinturas; y, dando botes tremendos, y atropellando y desbaratando cuanto se le ponía por delante, buscaba salida por el Retiro hacia la carretera de Aragón, o camino de las Ventas, para desvanecerse por allí o perderse en las alturas de la atmósfera; todo con rapidez vertiginosa; instantáneamente casi, con horroroso crujido se desgajaron, y hasta saltaron de raíz, centenares y aun miles de árboles; destecháronse y se desplomaron varios edificios, de resistente fábrica algunos; fueron lanzados de las vías férreas pesadísimos vagones, y detenidos en su carrera, por paseos y calles, levantados en vilo, y volcados con facilidad asombrosa muchos carruajes, también de enorme peso; y, por desventura irremediable, quedaron muertas o mal heridas gran número de personas, en tan fatales momentos albergadas en los edificios, desportillados y derruidos por el huracán.—
Solamente en el llamado lavadero imperial, situado al S. de la población, en el paseo del mismo nombre, en cuyas cien pilas trabajaban doscientas infelices lavanderas, perecieron 18 y quedaron estropeadas y en lamentable estado otras 20. En la tienda-asilo, pocos días antes inaugurada en la calle de Drumen, al final de la de Atocha, dentro de la cual tomaban por entonces su pobre sustento 150 desdichados, resultaron gravemente lesionados otros 18 y de menor entidad 44. Y en los Carabancheles y afueras de la puerta de Toledo, y en los alrededores de la plaza de Toros, por donde quiera que el tremendo meteoro descargó sus iras, contáronse también algunos individuos muertos y muchos más heridos y contusos. La jornada fue como pocas análogas desastrosa; y la Caridad tuvo en aquella noche, de tristísimo recuerdo, ocasiones sobradas donde mostrarse y ejercer su ministerio santo.
¿Tornado o intensos vientos convectivos?
Teniendo en cuenta la senda de destrozos y la duración, es muy probable que ocurrieran ambos fenómenos. Los tornados pueden debilitarse puntualmente y la nube embudo también puede dejar de mantener el contacto con el suelo para luego reactivarse y contactar de nuevo más adelante, y además, en su entorno ocurren fuertes corrientes descendentes o reventones que pueden provocar daños similares.
Uno de los rasgos característicos de los tornados es la observación de la nube embudo, así como el sonido singular asociado, pero en ocasiones también se ha notificado la existencia de trepidación del suelo, resultado de la transferencia de energía que crea pequeñas ondas sísmicas (TSS-Tornado Seismic Signal).
A través de las crónicas del suceso, se podría inferir la presencia de un tornado ya que parece ser que la nube embudo fue observada, incluso con un doble vórtice, como recoge el diario El imparcial:
“De repente vióse que dos nubes negras giraban sobre un vértice común. La tromba envolvía Madrid en su vertiginoso girar.
“De pronto, advertimos que aquellas nubes, negras como el carbón unas; rojizas por herirlas los rayos del sol que se ponía, otras; y cenicientas algunas que llevaban ya en su seno vapores condensados en granizo, se juntaban en haz apretado produciendo ruido estruendoso y atronador” (diario el Liberal)
En este grabado se observa una nube singular, que se podría interpretar como un “arcus”, rasgo suplementario que acompaña a las nubes cumulonimbos de tormenta o a los frentes de racha intensos, también conocida como “shelf cloud”.

En el diario El Globo, se describe perfectamente el tornado, con su nube embudo. Parece ser que unos días antes se había observado una tuba. Sin embargo, en lo referente al desplazamiento, el autor de la crónica, que indudablemente tenía conocimientos meteorológicos, refiere un movimiento totalmente opuesto al resto de las crónicas.
No hace muchos días el público de Madrid quedó sorprendido ante el espectáculo de un fenómeno semejante ocurrido en las regiones superiores de la atmósfera. Hacia el S.E. de la población se observó entre inmensos cúmulos de nubes de una blancura sin igual acrecentada por los rayos horizontales del sol poniente, una espiral claramente determinada por movimientos rotatorios cuya velocidad variaba, según el volumen aparente de la masa.
En la base de esta espiral, que tomaba, vista en conjunto, la forma de un cono invertido, se observaba una especie de manga, cuyo extremo parecía que iba a ponerse en contacto con la superficie de la tierra.
El meteoro, por fortuna, se mantuvo a considerable altura, llegando sólo a perturbar ligeramente las capas inferiores de la atmósfera en una región limitada al E. de Madrid, produciendo efectos parecidos a los que se observan cuando se anuncia la proximidad de una tormenta.
Los que vieron aquel magnífico fenómeno pueden tener idea exacta de los caracteres de la tempestad de ayer.
El meteoro es el mismo: el de hace días se formó a una altura que alcanzaría próximamente de 500 a 1000 metros y el de ayer se formó poniéndose en contacto con la superficie de la tierra la extremidad de la espiral que los marinos conocen con el nombre de vórtice.
No sabemos hasta ahora si el fenómeno ha sido debidamente observado y si su velocidad ha sido calculada. Desde luego se puede asegurar que es uno de los más imponentes que se han presentado en el centro de España de muchos años a esta parte. La rotación de la atmósfera en el punto extremo del vórtice era de una fuerza increíble.
La dirección del ciclón fue de N. E. a S. O. Desde que se advirtió su presencia en el barrio de Salamanca y en el Retiro hasta que desapareció alejándose por la zona de la Puerta de Toledo, transcurrirían escasamente cuatro minutos.
Durante mucho tiempo subsistió la perturbación, originándose fuertes huracanes, que venían a ser como los últimos vestigios del fenómeno.
Augusto Arcimís, en su estudio publicado en “La Ilustración Española” sugiere la existencia de dos tornados, con diferentes trayectorias e incluso diferente sentido de rotación (en base a la opinión de un experto al que no quiere nombrar). El primero apenas sin consecuencias, y el segundo, el que causó más estragos y que comenzó a las siete de la tarde, con giro anticiclónico. Para ello se basa en la diferente orientación en los árboles derribados en la calle Atocha (hacia el SE) y en el parque del Retiro (hacia el NE). Sin embargo, no parece tener en cuenta que si bien el Retiro es una zona despejada, en la calle Atocha los vientos del SW se canalizan y adquieren la dirección de la calle, por tanto del NW (la prensa recoge que los árboles derribados son los de la acera de los impares). Es decir, que con un flujo general del SW, sin necesidad de giro, el resultado sería el mismo.
Sí parece más acertada la siguiente observación de Arcimís:
“Es de presumir que además del tornado principal se formasen otros remolinos mucho más pequeños en las inmediaciones del mínimo barométrico, animados del propio o de contrario movimiento, y así se explicaría el cambio de lugar sufrido por algunos objetos pesados en espacios de seis a ocho metros, cayendo unos hacia un lado y otros hacia el opuesto.” Esto parece concordar con otras observaciones recogidas por las crónicas: “Dos árboles, plantados paralelamente junto al puente de las Ventas del Espíritu Santo se han inclinado el uno sobre el otro, y formando ángulo, se sostienen por cima de un puentecillo que da acceso a la casa de “Fray Liberto”.
Como analizamos en esta entrada, https://wordpress.com/post/aemetblog.es/31688, parece factible la existencia de un pequeño vórtice de succión en el entorno de la Casa de Vacas del parque del Retiro, y podría haberse tratado de un tornado con múltiples vórtices.
En cuanto a la intensidad, destacan dos testimonios singulares, el de una teja clavada en una puerta y el de un árbol descortezado, sucesos ocurridos en los Carabancheles, por lo que de acuerdo a la escala Fujita mejorada, el tornado en algunos momentos pudo alcanzar intensidad EF3.
Otro aspecto notable es la trepidación observada, según algunas crónicas, algo que también ha sido notificado en los tornados.
Observaciones meteorológicas
En esta panorámica tomada desde el Observatorio Astronómico, donde los daños fueron relativamente leves, se aprecia el jardín Botánico, lugar donde los daños fueron cuantiosos, y más allá, a la derecha, la iglesia de los Jerónimos, donde los daños fueron también relativamente leves (más al norte las crónicas indican que apenas hubo daños). Ese trayecto de 700 m aproximadamente define la anchura de la senda del tornado.

El astrónomo Ventosa (ver capítulo 1), en su artículo ofrece información similar, delimitando la anchura de la senda del tornado:

Las observaciones meteorológicas en aquella época, bastante completas, se encontraban perfectamente regladas. El anemómetro utilizado era de cazoletas tipo Robinson, un sencillo instrumento que transmite el giro de las cazoletas provocado por el viento mediante engranajes a un contador. Realmente se mide el recorrido del viento, no su velocidad. Las anotaciones se hacían cada tres horas, por lo que se puede estimar el viento medio en ese periodo.

Los registros del día 12 durante la tarde fueron los siguientes:
12 a 15 horas: 52 km;
15 a 18 horas: 22 km;
18 a 21 horas: 80 km
21 a 24 horas : 31 km
Es decir, que suponiendo que el viento soplara de forma constante y sin cambio de intensidad, la velocidad media entre las 18 y las 21 sería de 26 km/h.
Suponiendo que el viento fuera más intenso entre las 18:30 y las 19:00, con un recorrido de 50 km en 30 minutos, la velocidad media en ese periodo sería de 50×2= 100 km/h, aunque esta afirmación se trata obviamente de una especulación. De igual forma, suponiendo un recorrido de 20 km en 5 minutos, se obtendrían valores concordantes con un tornado EF3 (20×12=240 km/h)
Sin embargo, la descripción de los daños en el Observatorio, dista mucho de ser el resultado de vientos extraordinarios, aunque, en este caso, se describe el giro del viento y podría ser coherente con la proximidad de un tornado.
El conocimiento de las variaciones espaciales y temporales de la presión atmosférica en superficie era en esa época la herramienta fundamental para entender los aspectos básicos de la dinámica atmosférica. La observación de la presión era cuestión prioritaria, y en los distintos observatorios se disponía de barómetro de mercurio y barógrafo. Aunque no existían los rigurosos controles de calidad actuales, con calibraciones y verificaciones periódicas, se trataba de instrumentos elaborados de forma artesanal por afamadas firmas extranjeras, eran muy robustos y de gran calidad, y por tanto podemos considerar que son datos perfectamente válidos.
El descenso y posterior ascenso de la presión en las cercanías de un tornado es muy notable, pero ocurre casi de forma instantánea. Por ello, las bandas de los barógrafos suelen representar esta variación como un descenso abrupto y una inmediata recuperación, en un único trazo.

En el primer capítulo indicábamos la posible existencia de una línea de turbonada, en la que se podrían haber desarrollado otro tipo de estructuras como un “bow echo” o un tornado, con frentes de racha o reventones.

En el caso, más simple, de los frentes de racha de las tormentas, el colchón de aire frío formado por la evaporación de la lluvia provoca, además de intensos vientos, un ascenso de la presión y una bajada de la temperatura en superficie, al tratarse de aire frío muy denso.
En el caso de las líneas de turbonada existe una mayor complejidad, y las variaciones de presión al paso de la línea son muy diversas, con mesobajas y mesoaltas de presión de distinta intensidad, dependiendo de varios factores, como su organización y la cizalladura.


Los análisis de las bandas del barógrafo realizados en la época por el astrónomo Ventosa no son demasiado útiles a la hora de determinar la existencia de un tornado, ya que no muestran esas variaciones casi instantáneas, más bien parecen detectar la línea de turbonada prefrontal y el paso del frente frío en el caso de Madrid, y simplemente el paso del frente frío en San Fernando y Lisboa, con el mínimo de presión correspondiente a la vaguada, de igual forma que los meteogramas de observatorios franceses que analizamos en una entrada anterior.
Sin embargo, según Gayá, en su trabajo sobre el tornado de Madrid, estas bandas del barógrafo fueron modificadas y realzadas por su autor en un único trazo en su escala temporal, enmascarando la variación instantánea de la presión. También hace mención a un aspecto significativo como es “la presencia de ondas gravitatorias producto de la importante cizalla de la atmósfera, lo que la predispone a la inestabilidad (de Kelvin-Helmoltz), y a un entorno favorable para la formación de supercélulas.”


Ventosa en su artículo ofrece información similar, ampliando algunos detalles.
Conclusiones
Una vez finalizado el estudio de este episodio, se puede concluir que existen evidencias suficientes para confirmar la existencia de un tornado en Madrid, y probablemente en Guadalajara, aunque existan algunas informaciones un poco contradictorias y algunas incertidumbres. La situación meteorológica era favorable (inestabilidad térmica, humedad, convergencia en superficie y cizalladura) para el desarrollo de convección profunda organizada, y por tanto para el desarrollo de tormentas severas, con precipitaciones intensas, vientos muy fuertes y probable granizo. Es posible que el tornado se formara en el seno de una línea de turbonada prefrontal u otro tipo de estructura mesoescalar como un “bow echo”, teniendo en cuenta el desplazamiento y los impactos asociados en el nordeste peninsular.
También ha quedado de manifiesto la importancia de los datos meteorológicos históricos, un patrimonio resultado del esfuerzo y dedicación de nuestros colaboradores, y que es necesario poner en valor con iniciativas de rescate de datos, como las que se han comenzado a realizar y que sería deseable impulsar. En un sentido parecido, la Biblioteca Nacional de España a través de sus fondos digitales accesibles a cualquier ciudadano, nos ha permitido consultar los diarios y publicaciones de la época.
Por último recordar que en nuestra aplicación SINOBAS (https://sinobas.aemet.es/) es posible introducir reportes de observaciones singulares históricas, como la que ha sido objeto del presente estudio, y que pretende ampliar el trabajo inicial de nuestro compañero Miguel Gayá.
Agradecimientos: A Delia Gutiérrez Rubio, por la revisión de los textos y sus acertadas sugerencias.
El ciclón de 1886 (Parte II). I- Aspectos dinámicos de los tornados
El ciclón de 1886 (Parte 2). II-Impactos. El tornado en Madrid. Los Carabancheles.
El ciclón de 1886 (Parte 2). V- Impactos. Paseo de las Acacias-Calle San Bernardo
El ciclón de 1886 (Parte 2). VI- Impactos. Plaza de las Cortes- Puerta de Atocha
El ciclón de 1886 (Parte 2). VII- Impactos. Observatorio Astronómico-Banco Hipotecario
El ciclón de 1886 (Parte 2). VIII- Impactos. Parque del Retiro
El ciclón de 1886 (Parte 2). IX- Impactos. Madrid-Ventas y Guadalajara
El ciclón de 1886. Parte 3: Análisis sinóptico y mesoescalar – I
El ciclón de 1886. Parte 3. Análisis sinóptico y mesoescalar – II