La meteorología en el Museo del Prado IV. La Pequeña Edad de Hielo. Segunda parte.

Por Manuel Antonio Mora García. Meteorólogo del Estado. Delegación Territorial de AEMET en Castilla y León.

Como hemos visto en la primera parte de este artículo, durante la PEH era habitual que nevara al nivel del mar en el norte de Europa y en ocasiones también se helaban los puertos. En esta obra de autor anónimo se observa a los personajes bien abrigados con capas, mientras en la lejanía se aprecia el paisaje nevado.

El holandés Dubbels, que nació y murió en Amsterdam, nos muestra el puerto de su ciudad completamente helado, con los barcos encallados en el hielo. Se repiten las escenas habituales de patinadores, niños con trineos o jugadores de kolf. El velamen y las banderas de los navíos señalan un viento que podría ser indicio de la aproximación de un frente cálido, cuya nubosidad delantera aparece por la izquierda del cuadro, su tonalidad rosada indica que son nubes medias o altas y que probablemente esté anocheciendo.

 

Las fiestas carnavalescas se iniciaban en diciembre y finalizaban en marzo (Miércoles de Ceniza). El duro invierno no era impedimento para su celebración, como se aprecia en esta obra del belga Pieter Bout, donde en primer plano un caballo enjaezado tira de un trineo con varios personajes disfrazados. Otros lugareños patinan, juegan al kolf o parecen jugar a la petanca, bajo un cielo nuboso con cúmulos en el que aparecen grandes claros.

El pintor flamenco Alsloot nos muestra esta otra escena festiva ambientada en Amberes, aunque con personajes más distinguidos. Sobre el río helado la burguesía y la nobleza celebran el carnaval, probablemente no por mucho tiempo, ya que en el oscuro cielo de la parte de la derecha del cuadro parece distinguirse un “cumulunimbus calvus”, que podría originar un chubasco o tormenta de nieve.

En las siguientes obras analizadas, copias de El Bosco, en la parte inferior de la tabla de la izquierda se observa un riachuelo helado, sobre el que una criatura animal fantástica patina. En el cielo parece observarse una nube del tipo flammagenitus, originada por un incendio. Quizás sea la primera obra que dispone el Museo donde aparece un patinador sobre hielo, ya que El Bosco falleció en 1516. El periodo entre 1500 y 1550 no se considera especialmente frío, sin embargo, hubo algunos duros inviernos, ya que el río Támesis se congeló en tres ocasiones en ese periodo.

En la tabla de la derecha, el terreno que rodea la ciudad al fondo, parece nevado, mientras el cielo parece cubierto de Altostratus.

Franciso Collantes, paisajista madrileño del siglo XVII nos muestra esta estampa invernal de la adoración al niño Jesús, con el campo completamente cubierto de nieve. Desde los cúmulos comienzan a caer grandes copos de nieve. El museo posee otras obras de este artista, en sus bellos paisajes predominan los cielos con cúmulos, pero ninguno de estos paisajes aparece nevado. Quizás la presencia de la nieve en esta obra esté inspirada en los fríos inviernos de mediados del siglo XVII en la Meseta, especialmente los de 1641-1642 ó 1643-1644 ó 1644-1645, con abundantes nevadas.

La famosa obra de Goya, “La nevada o el Invierno” representa un paisaje nevado en una fuerte ventisca, que impide el avance normal de los personajes y flexiona el tronco y las ramas de los árboles. El cuadro está fechado en 1786,  justo después de unos años con abundantes nevadas en el cuadrante noroccidental de la península, como el invierno del año 1782-83 y el durísimo mes de enero de 1784, con fuertes nevadas y heladas.

En esta obra de Mariano Salvador Maella, titulada “El Invierno” se representa una escena invernal nocturna,  con una mujer y un hombre al calor del hogar de una vivienda, mientras cae una intensa nevada. La interpretación mitológica sugiere que la campesina es Perséfone, retenida durante esta estación en el inframundo por Hades. La obra se realizó entre 1805 y 1806. Justo un par de años antes, el año 1803, destacó por un fuerte temporal de frío y nieve en España, mientras que en enero de 1806 llegó a nevar en la costa de Málaga y la nieve alcanzó la altura de los pisos principales de las casas de Segovia

Aunque la Pequeña Edad de Hielo siguió afectando a Europa hasta mediados o finales del siglo XIX, en España durante este siglo se produce una recuperación térmica sostenida, aunque con pequeñas fluctuaciones hasta nuestros días.

            La pinacoteca del Museo dispone de una amplia colección de obras del siglo XIX y XX. Entre los paisajes, predominan los de España, ya no son tan frecuentes los paisajes de los Paises Bajos. El comienzo del final de la PEH en nuestro país se pone de manifiesto en esta obra de 1857, en que podemos observar los grandes toldos en las calles aledañas a la catedral de Sevilla durante la celebración del Corpus, con objeto aliviar el calor de junio.

Aunque las temperaturas podrían ser similares a las actuales, el régimen pluviométrico presenta gran variabilidad. En esta obra del gran paisajista Carlos de Haes, titulada “Torremolinos”, creemos que se representa una cañada de la Sierra de Mijas, próxima a Torremolinos, con una copiosa hierba alta tras un periodo de lluvias, aunque esté catalogado como “un paisaje costero de acantilados con rocas bañadas por un mar verdoso”.

Otro ejemplo de primavera fresca y húmeda del siglo XIX se muestra en este bello paisaje de la sierra madrileña, con la abundante vegetación y la persistencia de la nieve en las cumbres, sobre las que comienza a surgir la nubosidad de evolución diurna.

La PEH no sólo afectó a Europa, sus efectos se apreciaron también en otras zonas como Norteamérica, China o Japón, incluso en zonas del hemisferio sur. El museo del Prado dispone de una excelente colección de paisajes japoneses, fruto del “japonismo” o gusto por lo japonés que se puso de moda en el último cuarto del siglo XIX.  Destacan los paisajes nevados de Utagawa Hiroshige (1797-1858) y posteriores copias. Durante la primera mitad del siglo XIX en Japón las temperaturas en invierno eran entre 1 y 2 grados inferiores a las actuales, siendo especialmente duros los inviernos entre 1850 y 1880.

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Nieve en el puente Akabane, en Shiba (Shiba Akabane no yuki). Copia del original de  Utagawa Hiroshige (1797-1858.) Siglo XX. Entalladura [madera a la fibra] sobre papel japonés, 265 x 365 mm.

Agradecimientos: A Rubén del Campo Hernández, por la revisión de los textos y asesoramiento específico.

Nota:Los pies de las imágenes contienen hipervínculos a los cuadros de la colección del Museo del Prado, se recomienda su acceso para poder apreciar la obra en toda su dimensión y visualizar todos los detalles.

Referencias y bibliografía:

La mayoría de las obras referenciadas de la colección del museo del Prado aparecen profusamente comentadas, incluyendo bibliografía y datos técnicos sobre la obra y el autor. Esta información se ha aprovechado parcialmente para realizar los comentarios específicos. https://www.museodelprado.es/coleccion/.

Historial del clima de la Tierra. Gobierno Vasco. Departamento de interior. 2009. Vitoria-Gasteiz.

La pequeña edad de hielo. Como el clima afectó a la historia de Europa. 1300-1850. Brian Fagan. Editorial Gedisa.2008

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1 respuesta a La meteorología en el Museo del Prado IV. La Pequeña Edad de Hielo. Segunda parte.

  1. Ramón dijo:

    Felicidades, muy buen trabajo

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