La meteorología en el Museo del Prado I. El arco iris.

Por Manuel Antonio Mora García. Meteorólogo del Estado. Delegación Territorial de AEMET en Castilla y León.

 

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Este año se celebra el bicentenario del Museo Nacional del Prado, cuya pinacoteca se considera como una de las mejores del mundo. Desde nuestra perspectiva de aficionados a la meteorología, nos unimos a esta celebración y les proponemos una visita al museo del Prado para descubrir la belleza de los fenómenos meteorológicos que esconde esta colección, meteoros como la tormenta, la lluvia, la nieve o el arco iris , así como los distintos cielos y nubes. Esta importante colección también alberga algunas curiosidades meteorológicas, como el milagro de la nube, un posible tornado o las condiciones meteorológicas durante el primer vuelo aerostático tripulado en España.

La composición de un cuadro, a través de los bocetos preliminares, se trata de un complejo proceso en el que el artista cuida todos los detalles. Por ello los cielos, las nubes o los fenómenos meteorológicos que aparecen en sus obras no se incluyen de forma caprichosa, obedecen en algunos casos a la simbología o iconografía clásica (religiosa o mitológica) y en otros casos son un complemento del paisaje, elemento fundamental que modula la gama cromática y la luminosidad del cuadro. Con frecuencia, los diferentes estilos de los pintores a la hora de representar los paisajes han creado “escuela”, y estos patrones se ven repetidos. Como veremos la meteorología es un tema aparentemente secundario en muchas obras, pero en algunas de ellas es el tema principal.

Desde el punto de vista de la “cultura visual”, el análisis de las obras de arte nos aporta información meteorológica de gran importancia. El pintor da testimonio de la vida y costumbres cotidianas, incluyendo el tiempo. Así los pintores flamencos y holandeses de los siglos XVI y XVII, en especial durante el periodo entre 1565 y 1665, reflejan los paisajes nevados, constituyendo un estilo pictórico fiel reflejo de los rigores invernales de la Pequeña Edad de Hielo que afectó a Europa. Otros maestros de la pintura muestran peculiaridades del tiempo o el clima de su época, como Francisco de Goya, que representa de forma primorosa la primavera en Madrid, con sus nubes de desarrollo vertical precursoras de tormenta que aparecen en la mayoría de sus escenas campestres, o Diego Velázquez, que nos muestra la tristeza y escasa luminosidad de algunos días plomizos del otoño e invierno madrileño, con sus nubes medias estratiformes sobre la sierra de Guadarrama que acompañan a sus retratos reales.

El museo del Prado recopila más de 6000 obras pictóricas que se inician en el siglo XII y que abarcan hasta el siglo XX. Gracias a su colección digitalizada disponemos de un completo catálogo para poder apreciar estas obras:

https://www.museodelprado.es/coleccion/.

  1. El arco iris.

Iniciamos esta visita virtual al museo con los cuadros alusivos al arco iris.

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Arco iris principal y secundario de baja elevación. © Claudia Hinz. Fuente: Atlas internacional de nubes de OMM. https://cloudatlas.wmo.int/secondary-bow.html

 

Para los meteorólogos, este fenómeno no es más que una curiosidad, de indudable belleza, pero sin transcendencia para la predicción del tiempo. Se trata de un fotometeoro que se produce por la refracción, dispersión y reflexión interna de los rayos solares o lunares en las gotitas de lluvia, llovizna, niebla o agua pulverizada en diminutas gotitas.

Sin embargo, para la cristiandad se trata de un símbolo con un gran significado, ya que representa el fin del diluvio universal y el pacto entre Dios y los hombres, como se expresa en el Antiguo Testamento ( Génesis 9,13-15)

13 Mi  arco he puesto en las nubes,

el cual será por señal del convenio

entre yo y la tierra.

 14 Y acontecerá que cuando haga

venir nubes sobre la tierra, se dejará

ver entonces mi arco en las nubes.

15 Y me acordaré de mi convenio

 que hay entre yo y vosotros

y todo ser viviente de toda carne;

y no habrá más aguas de diluvio

para destruir toda carne.

 

Los diferentes artistas representan el arco iris como un elemento del paisaje o  como símbolo cristiano, pero no tienen en cuenta que es un fenómeno óptico sometido a estrictas reglas geométricas y leyes ópticas, que no fueron completamente desarrolladas hasta el siglo XVII. Por ello no es extraño observar  que no se cumplen algunas reglas básicas, como el orden de coloración invertido del arco secundario frente al principal, o la más básica de todas, cada persona ve su propio arco iris justo delante de sus ojos, con la cortina de gotitas de agua enfrente y el sol a su espalda.

Por orden cronológico, entre las obras del Museo del Prado se encuentra esta bella tabla del siglo XII, donde aparecen dos símbolos del arte románico y bizantino como el Pantocrátor (representación de Dios padre, hijo o ambos) y el Tetramorfos (los cuatro evangelistas y sus respectivos símbolos).

En el centro se encuentra Cristo en actitud de “Maiestas Domini”, bendiciendo con su mano derecha y sujetando el libro de los siete sellos con la izquierda, con un fondo que representa el cielo, con el Sol, la Luna y las estrellas. Se encuentra sentado sobre un arco iris, de gran radio y con tonalidad roja. Esta coloración se produce en algunos casos al amanecer o al anochecer, momento en que los rayos solares atraviesan horizontalmente una gran capa de la atmósfera, de forma que los colores azulados y verdosos son dispersados en todas las direcciones, con el resultado final de que la luz que incide sobre las gotitas ya no es blanca, sino rojiza. Además, debido a la posición tan baja del sol, el arco tendrá gran elevación sobre el horizonte. Este fenómeno se conoce como arco iris rojo.

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Arco iris rojo y rayos anticrepusculares. © Trond Strømme. WMO International Cloud Atlas:   https://cloudatlas.wmo.int/

El Pantocrátor está rodeado por la mandorla o almendra mística, que determina cuatro enjutas en las que se representa el Tetramorfos. De izquierda a derecha y de arriba abajo se disponen el ángel (San Mateo), el águila (San Juan Evangelista), el león (San Marcos) y el toro (San Lucas). En los laterales aparecen temas relacionados con la resurrección. En el lateral izquierdo un ángel sentado sobre la tumba abierta y vacía (arriba) y  el “Noli me tangere” (resurrección de Cristo y La Magdalena) en la parte inferior. En el lateral derecho, arriba las tres Marías en el sepulcro, y abajo, la resurrección de Lázaro.

 

 

La siguiente obra analizada , del siglo XV y de autor aún no identificado , se trata de un tríptico, en cuya puerta derecha se representa el Juicio Final. Sobre sendas nubes cumulonimbos cuyos bordes festoneados rodean los cuerpos de la Virgen y San Juan, se alza un arco iris con una coloración extraña que parece corresponder a un arco iris secundario (colores rojos y anaranjados en el interior), con la figura de Cristo resucitado sentado sobre el mismo, recordando su pacto con los hombres, mientras sus pies reposan sobre el globo terráqueo. En la parte inferior, la resurrección de la carne y la separación de fieles (conducidos por un ángel) y réprobos (atrapados por el demonio que surge desde las profundidades). En las vueltas del arco, de izquierda a derecha, distintas obras de misericordia: vestir al desnudo, dar de beber al sediento, dar de comer al hambriento, aconsejar al necesitado, redimir a los presos y visitar a los enfermos. En las albanegas (esquinas superior derecha e izquierda), conducción de un cadáver y un sepelio.

 

 

 

Avanzamos casi otros doscientos años para detenernos en esta obra de Jan Van Scorel, humanista, arquitecto, ingeniero y pintor holandés, que tras su estancia en Roma adquirió la impronta de los maestros clásicos como Rafael y Miguel Ángel, como se muestra en este cuadro que representa el Diluvio Universal.

En primer plano, en una escena bien iluminada y de gran dramatismo, numerosas personas y animales intentan huir del avance de las aguas, encaramándose en los árboles o tratando de subir al arca de Noé, mientras que otros perecen ahogados.

En el fondo, se observa un castillo y el sombrío cielo cubierto con nubes cumuliformes, en la esquina superior derecha se distinguen el arco iris principal y el secundario, aunque casi sin coloración.

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Detalle del arco iris principal y secundario

 

La siguiente obra pertenece a la segunda mitad del siglo XVI, de autor anónimo, probablemente del taller del maestro veneciano Bassano, con influencias de Tiziano y Tintoretto y especializado en temas bíblicos. Nos muestra a Noé ofreciendo un sacrificio a Yahvé mientras un grupo de hombres y mujeres reconstruyen un poblado. Sobre un cielo muy nuboso donde se distinguen estratocúmulos, prácticamente en el centro del cuadro se observa un arco iris sin coloración.

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Detalle del arco iris junto al arca

 

La siguiente obra presenta la misma temática que la anterior, Noé y el arca. En la esquina superior derecha del cuadro, un fragmento de arco iris sin coloración aparece sobre un cielo muy nuboso con nubes estratocúmulos. Su autor es  discípulo de Pedro de Orrente, pintor español conocido como “el Bassano español”, especialista en temas bíblicos ambientados en frondosos paisajes con profusión de animales y objetos cotidianos.

 

El paisajista flamenco Jacques D’Artois nos muestra una escena profana más bucólica que las anteriores de caráter bíblico, donde el arco iris simboliza el pacto divino. En esta obra el tema principal es el paisaje. En primer plano se aprecia un grupo de nobles paseando que es observado por un mendigo; en una isleta, un fraile acompaña a un pescador. Corresponde a un lugar donde debería llover abundantemente, no sólo por el considerable caudal del río, sobre el que caen varias cascadas en su margen derecha, sino también por la frondosidad de los grandes árboles, sobre los que reposa un fragmento de arco iris en un cielo muy nuboso de estratocúmulos.

 

Entre los autores de la pinacoteca del museo del Prado que han representado el arco iris, no podía faltar uno de los grandes maestros de la pintura como Rubens. En esta obra la belleza del paisaje, en concreto el arco iris principal y secundario formado por las gotitas de agua pulverizadas por una cascada, resta protagonismo al tema principal de carácter mitológico, que aparece en la esquina inferior izquierda. Psique, esposa de Eros (Cupido para los romanos), había traicionado a su esposo. Para recuperar su amor, Afrodita (madre de Eros) le exige cumplir cuatro trabajos casi imposibles.  El tercero de ellos consistía en recoger agua de la Laguna Estigia, que separaba el mundo de los vivos y el Hades (inframundo o mundo de los muertos). Esta laguna se alimentaba de un río que nacía en una escarpada colina, protegido por criaturas monstruosas (representadas en la esquina inferior derecha), por lo que la voluptuosa Psique implora ayuda a Zeus, que estaba en deuda con Eros. Zeus aparece en forma de portentosa águila, tomando con su pico la copa que rellenará de agua del río, momento que recoge la escena. En realidad el paisaje corresponde al paisajista flamenco Paul Bril, modificando Rubens la escena representada inicialmente en 1610, la meditación de San Jerónimo.

 

Existen diversas leyendas sobre el nacimiento de la Vía Láctea, el camino de los dioses al Olimpo.  Parece ser que Rubens adaptó ligeramente la versión clásica, en la que el origen se debe a la leche derramada por Hera (Juno para los romanos), esposa de Zeus (Júpiter), cuando amamantaba a Heracles (Hércules). Zeus adoptó la forma del esposo de la mortal Alcmena para así poder poseerla, y como resultado de esta relación nació Heracles. Zeus consiguió engañar a su esposa Hera para que lo amamantara mientras dormía, ya que si tomaba su leche se convertiría en inmortal. Según la versión clásica, al despertar Hera, apartó bruscamente a Heracles y la leche derramada originó la Vía Láctea. Sin embargo, en la representación de Rubens, Hera parece complacida y en actitud maternal. En cuanto a los atributos divinos, Hera aparece con dos pavos reales que tiran del carro, mientras que a los pies de un pensativo Zeus aparece su atributo, el águila con el manojo de rayos.  Hera apoya sus pies sobre un fragmento de arco iris.

 

El sacrificio de Noé tras el diluvio universal es el tema representado por el cordobés Juan Antonio de Frías y Escalante, prolífico pintor pese a fallecer prematuramente, con influencias de Tintoretto y Veronés y que realizó numerosas obras sobres temas bíblicos. En su parte central aparece un amplio arco iris sin coloración.

 

Ya en el siglo XVIII encontramos esta obra de carácter mitológico de Antonio Palomino. Pintor y escritor, reconocido fresquista que llego a tener el título de pintor del Rey, Palomino representa a la diosa Hera (Juno) en su carro sobre una nube estratocúmulo, tirado por dos pavos reales, acompañada por la ninfa Iris y unos amorcillos. Uno de ellos, en la nube, sopla de forma que la propulsión del carro bien parece eólica, con una tela sujeta por Hera a modo de velamen. El arco iris, presenta casi todas las tonalidades (le faltan las tonalidades azules).

 

El pintor francés Jean Ranc, con influencias de Rubens y de Velázquez, representa al rey Felipe V sobre un caballo rampante, vistiendo media armadura y detrás, a caballo, se encuentra su paje sosteniendo el casco. Sobre ambos una Victoria con una palma en la mano alada señala el camino del triunfo, en el ángulo superior izquierdo, aparece Sagitario, el signo astrológico del monarca, nieto de Luis XIV, que nació en Versalles el 19 de diciembre de 1683 y fue proclamado rey de España en 1700.

Un arco iris (sin coloración) circunscribe el conjunto, sobre un cielo con nubes estratiformes.

 

 

 

Agradecimientos: A Rubén del Campo Hernández, por la revisión de los textos y asesoramiento específico.

 Nota:Los pies de las imágenes contienen hipervínculos a los cuadros de la colección del Museo del Prado, se recomienda su acceso para poder apreciar la obra en toda su dimensión y visualizar todos los detalles.

 Referencias: La mayoría de las obras referenciadas de la colección del museo del Prado aparecen profusamente comentadas, incluyendo bibliografía y datos técnicos sobre la obra y el autor. Esta información se ha aprovechado parcialmente para realizar los comentarios específicos. https://www.museodelprado.es/coleccion/.

El gran libro de la mitologia griega. Robin Hard. Ed. 2009. La esfera de los libros S.L.

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