El influjo de Siberia en noviembre

Por José María Sánchez-Laulhé

a.JPGEn noviembre las precipitaciones fueron superiores a las medias en buena parte de la península ibérica y Baleares. Especialmente húmedas fueron las regiones atlánticas del norte de la Península, mientras en la costa mediterránea y en el sudoeste fueron más secas de lo normal (figura 1). Las precipitaciones en forma de nieve fueron muy abundantes para esta época del año en los Pirineos, cordillera Cantábrica, Sistema Central y Sierra Nevada. En los Pirineos se alcanzaron espesores de nieve récord en noviembre de este siglo, principalmente en estaciones nivometeorológicas situadas en la mitad oeste de la cordillera: Linza -figura 2-, Panticosa,… En Navacerrada ha sido el mes de noviembre con mayor número de días de nieve del siglo XXI, 17 días. Por lo demás, el mes fue muy ventoso en el norte de la Península y normal en cuanto a temperaturas, salvo en el cuadrante nordeste, donde fue frío.

En el resto de Europa, noviembre fue muy húmedo en amplias extensiones del oeste y en el Mediterráneo central, y especialmente seco en el sudoeste de Noruega, y las temperaturas fueron más cálidas de lo normal excepto en la fachada atlántica.

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Para explicar estas características climáticas del mes acudimos a los mapas medios mensuales de altura del geopotencial (AGP) en 300 hPa (Z300) (figura 3) y de presión a nivel del mar (figura 4). En la figura 3, que muestra el campo de Z300, sus anomalías, y la posición de la corriente en chorro polar media en la troposfera alta, se aprecia que la mayor parte de la península ibérica se estuvo bajo una anomalía de AGP negativa/ciclónica centrada en Brest, mientras en el océano Atlántico central predominó una anomalía positiva/anticiclónica de la AGP. El campo medio de presión al nivel del mar y sus anomalías (figura 4) es muy parecido. La corriente en chorro polar, situada entre ambas anomalías (figura 3), atravesaba la Península de NO a SE lo que se tradujo una alta incidencia de borrascas atlánticas y sus frentes en la misma, que explica la abundancia de precipitaciones en este mes. La disposición de las cadenas montañosas causó buena parte del gradiente de precipitaciones entre la fachada cantábrica y la mediterránea. Además, como se puede observar en  la figura 5, sobre la Península el campo de presiones mostraba una cuña anticiclónica, debida en buena parte al enfriamiento nocturno sobre la Meseta, que causaba desajustes entre los campos en niveles bajos y altos, dando  como resultado que el viento geostrófico girara anticiclónicamente con la altura en el norte y noroeste de la Península, mientras que en el sureste y sur girara ciclónicamente con la altura, lo que indica una advección cálida media que promovía los movimientos ascendentes del flujo de aire incidente en la primera de las regiones y una advección fría media en la segunda que inducía movimientos descendentes. En consecuencia, la interacción del flujo con la orografía favorecía las circulaciones frontales y las precipitaciones en el noroeste peninsular, ocurriendo lo contrario en el sureste.

Las temperaturas medias frías de Baleares, Cataluña y Aragón se explican por la mayor anomalía negativa Z300 (anomalía fría) en el Mediterráneo, que afectaba al nordeste peninsular.

La influencia Siberiana

El comportamiento del tiempo en las latitudes medias del hemisferio norte en la temporada fría (octubre a abril) está muy ligado a la variabilidad interanual del acoplamiento entre la troposfera y la estratosfera, y esta variabilidad está relacionada a cambios en los forzamientos en su contorno que condiciona el régimen del flujo dominante. Los forzamientos reconocidos incluyen el fenómeno de El Niño-Oscilación Sur (ENSO), la Oscilación de Madden-Julen (MJO), la Oscilación Decadal del Pacífico (PDO), y la variabilidad de la nieve y el hielo marino en otoño en las latitudes altas del hemisferio norte. Durante el otoño el ENSO ha permanecido neutral, igualmente la PDO, la MJO no tiene un papel condicionante mensual en noviembre, pues tendría que haber habido un calentamiento estratosférico repentino en octubre, fenómeno del que no hay constancia de que haya sucedido algún año en ese mes, y, respecto al hielo, marino está demostrada la influencia de su extensión en noviembre sobre los meses posteriores. Sin embargo, la extensión de la capa de nieve siberiana  durante octubre tiene gran influencia sobre el clima de noviembre y meses posteriores del invierno, y este octubre la extensión de la nieve siberiana ha sido bastante mayor de lo normal, la séptima en extensión en 50 años (figura 6), con avance significativo a lo largo del mes.

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La figura 7 es bastante significativa de la relevancia que ha tenido la extensión de la capa de nieve en octubre de este año sobre Siberia en el clima de la Península y de Europa en noviembre. Como se observa hay una gran correspondencia las anomalías medias de la AGP en 500 hPa del mes de noviembre (figura 7a) y la regresión de las anomalías de geopotencial de 500 hPa de noviembre en el índice estandarizado de la extensión de la capa de nieve (SCE, snow cover extent) euroasiática de octubre calculada para el periodo 1979-2017 (figura 7b)[1].

La relación de la extensión de la capa de nieve siberiana y su aumento a lo largo octubre con la circulación en latitudes medias y altas del hemisferio norte fue estudiada primeramente por  Cohen y Entekhabi (1999)[2], que creó el índice SCE euroasiático que mide la extensión de la nieve en Siberia a latitudes por debajo de 60o N. Cuando existe una SCE alta en octubre, se tiende a formar una dorsal (anomalía positiva de la AGP) en el noroeste de Asia, cerca de los Urales, y dos anomalías negativas contiguas, una corriente abajo que tiende a desarrollar una vaguada en el oriente asiático y el Pacífico norte, y otra, corriente arriba, que tiende a desarrollar una vaguada desde la península del Labrador hasta el noroeste de Europa. Este patrón se genera por el impacto termodinámico de la SCE euroasiática en expansión, que enfría la superficie, aumenta la presión en superficie, y posteriormente amplifica la dorsal en altura en el noroeste de Asia, profundizando también las vaguadas al este y al oeste.

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Parece sorprendente que la capa de nieve de Eurasia tenga una relación más intensa con el sector del Atlántico norte, que está corriente arriba, que con el del Pacífico norte, que está corriente abajo (figura 7b). El alta siberiana se debe a la masa de aire más fría y densa del hemisferio norte. Con una cubierta de nieve de extensión mayor a la normal, las capas inferiores de la troposfera se vuelven todavía más frías debido al alto albedo de la cobertura nivosa. El enfriamiento en la base de la columna atmosférica produce un flujo divergente que intensifica la alta presión de la región haciendo que se expanda. Pero corriente abajo del alta siberiana se encuentran grandes alturas orográficas (la meseta tibetana, el macizo de Altai, el Gran Khingan, montes Stanovoi, montes Sayanes, montes Cherski) que impiden la expansión del alta siberiana, que se encuentra muy coartada hacia el sur y hacia el este. Por consiguiente, el alta siberiana es forzada a expandirse hacia el oeste, adentrándose en el norte de Europa, o incluso hacia el norte, cruzando el polo norte y alcanzando el este de América del norte. Cuando el alta siberiana se expande hacia el norte sobre el polo y hacia el oeste sobre el

[1] La figura 7b debida a Furtado (2019) está obtenida con los campos atmosféricos de ERA-Interim y los datos de SCE del Rutgers Global Snow Lab.

[2] Cohen, J., and D. Entekhabi, 1999: Eurasian snow cover variability and Northern Hemisphere climate predictability. Geophys. Res. Lett., 26, 345–348, doi: 10.1029/1998GL900321.

Atlántico norte, la baja de Islandia tiende a desplazarse hacia el sur y la corriente en chorro polar atlántica a adquirir una componente norte.

La anómala extensión de la nieve en el noroeste de Siberia en octubre puede explicarse por la anómala posición e intensidad de la corriente en chorro polar en octubre sobre Europa, adentrándose en el noroeste de Siberia, marcado a trazos en la figura 8.

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