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Las tormentas en abril.

Por: Jorge González Márquez y Juan Antonio Fernández-Cañadas

Vemos a continuación cómo es el comportamiento y distribución habitual de las tormentas en el mes de abril en la península Ibérica y alrededores, tomando como referencia la media del periodo 1995-2016 (1).

 El mes de abril supone el despertar de la actividad tormentosa en la mayoría de las zonas interiores peninsulares, tras una actividad prácticamente nula desde el mes de octubre, salvo casos puntuales. Todas las zonas presentan entre uno y dos días de tormenta en el mes, sin apenas diferencia entre montañas y zonas llanas. En algunos casos se llega a tres o cuatro días, como ocurre en el País Vasco, Pirineos, interior de Cataluña, gran parte de la provincia de Castellón o de Huelva, zona este de Madrid y puntos dispersos de otras regiones. Por el contrario, algunas zonas apenas presentan actividad en este mes, como es el caso del sureste peninsular y valle del Duero. Todas estas características determinan que abril, en lo relativo a tormentas, sea el mes primaveral por excelencia, ya que la actividad de marzo se parece más a la de invierno, mientras que la de mayo, aun conservando un carácter primaveral, empieza a tener muchas similitudes con la actividad de verano. En el conjunto del interior peninsular y en el mar Cantábrico, abril tiene cierto parecido al mes de octubre, pero es radicalmente distinto en el mar Mediterráneo, con una actividad ahora escasa frente a la gran actividad de octubre, con un mar entonces mucho más cálido. En la isla de Mallorca, la única del archipiélago balear con cierta entidad como para reflejar un efecto continental en las climatologías, se observa también un resurgimiento de actividad en abril, tras la escasez de tormentas en febrero y marzo.

 En lo relativo al número de descargas, abril presenta una intensidad moderada y un reparto bastante uniforme en todas las zonas, lo cual da idea de que la mayoría de tormentas que se forman son células que no llegan a tener un gran desarrollo y organización, como sí ocurrirá a partir del mes de mayo y hasta el otoño. No obstante, la presencia de puntos en rojo indica que en abril puede haber ya alguna tormenta con gran aparato eléctrico, especialmente en las zonas interiores de Cataluña y Comunidad Valenciana, sin descartarlas puntualmente en otras regiones.

 En cuanto al intervalo horario de mayor actividad (siempre horas UTC), destaca la tarde (entre las 13 y 17) en todo el interior peninsular, algo más pronto quizás en zonas interiores cerca del mar Mediterráneo, incluyendo la isla de Mallorca, y más tarde en zonas muy al interior de la península.

De momento no se observa una clara distinción de horario entre montañas y áreas llanas, ni tampoco actividad apreciable en horas nocturnas, circunstancias más propias de los meses de verano. Por el contrario, en la mayoría de áreas marítimas, la actividad es al final de la madrugada o principio de la mañana (entre las 05 y 09), pero empieza a notarse el efecto de las tormentas vespertinas que, originadas en el interior peninsular, alcanzan el mar impulsadas por vientos del oeste y suroeste, el más habitual en situaciones de tormentas en el interior. Así, vemos que en las zonas marítimas que quedan al este o nordeste de la península hay un predominio de actividad por la tarde, como es el caso del mar Cantábrico o el Mediterráneo frente a Cataluña y Comunidad Valenciana. Quizás por este mismo efecto, se aprecian zonas con predominio de actividad tormentosa en horas más tardías, ya al principio de la noche, a medida que nos adentramos en el mar.

 

Finalmente, destacar un área extensa con predominio de actividad en torno a mediodía (entre las 09 y 13 UTC) en las zonas marítimas alrededor de las Baleares, que quedan ya al margen del efecto anterior, y en las que cobra un gran protagonismo el efecto impulsor de las brisas marinas.

En resumen, el mes de abril es el primero del año en el que las tormentas cobran protagonismo en la mayoría de las regiones, dando por finalizado el régimen tormentoso de invierno, el cual se caracterizaba por una actividad solo en zonas muy concretas y en general bastante escasa.

 (1). Se considera día de tormenta en un lugar concreto, aquel en el que ha habido al menos una descarga eléctrica en un radio de 10km alrededor de él.

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