El año más cálido y (casi) el más seco

Por Rubén del Campo Hernández, Técnico de Meteorología del Área de Comunicación de Aemet.

Sí: estamos hablando del año 2017 y su comportamiento climático en España. El pasado año fue extremadamente cálido y muy seco: tuvo la temperatura media más alta desde 1965, y desde entonces, tan solo en 2005 llovió menos que en 2017, aunque no es muy grande la diferencia. La serie comienza en 1965 porque a partir de dicho año  pueden realizarse estudios climáticos con un número suficiente de estaciones meteorológicas de calidad ubicadas en distintos lugares de España.

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Gráfico superior: serie de temperaturas medias anuales en España 1965-2017. Gráfico inferior: serie de precipitaciones medias anuales en España 1965-2017.

El gráfico de las temperaturas medias anuales nos muestra una tendencia preocupante: siete de los diez años más cálidos se han registrado desde 2003, es decir, en los últimos quince años. Y nada menos que cinco de ellos ha tenido lugar en la última década (desde 2011). El valor de temperatura media para España en 2017 (16,2ºC) es el más alto de la serie y supera los 16ºC que hasta ahora suponía el récord, para el que había un triple empate entre 2011, 2014 y 2015.

Todas las estaciones fueron más cálidas de lo normal, pero destacan especialmente la primavera, que registró la temperatura media más alta desde 1965, y el verano, el segundo más cálido desde esa fecha, tan solo superado por el excepcional estío del año 2003. El otoño tampoco se quedó atrás, tratándose de uno de los más cálidos de la serie.

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En la práctica totalidad del país, como vemos en la imagen, las anomalías de temperatura fueron positivas, y entre ellas destacan zonas en la mitad occidental, Andalucía, centro y Pirineos donde la anomalía fue superior a 1,5ºC

En cuanto a las precipitaciones, ya hemos comentado que 2017 fue el segundo año más seco de la serie, aunque estuvo muy cerca del más seco (2005): en 2017 el valor de precipitación media para el conjunto de España fue de 474 litros por metro cuadrado, mientras que en 2005 fue de 468 l/m2. Así pues, hay muy poquita diferencia.

anomalia_pcp_2017La imagen superior muestra que prácticamente en todo el país las precipitaciones estuvieron por debajo del valor medio (indicado por el valor 100% en la escala). Tan solo se libraron áreas del norte y sureste peninsulares. Y en puntos de la meseta norte, Murcia, Extremadura y Canarias, las lluvias no alcanzaron ni la mitad del valor normal.

Olas de calor y sequías

Aparte de los valores promedios que hemos visto, fueron destacables en 2017 dos fenómenos extremos que, aunque son propios de nuestro clima, las proyecciones y estudios referidos al cambio climático coinciden en que en un futuro podrían afectarnos cada vez con mayor frecuenca e intensidad: las olas de calor y las sequías. Estas proyecciones también indican que los episodios de lluvias podrían deparar en un futuro más precipitaciones de carácter torrencial. Es decir, menos lluvias pero más destructivas y menos aprovechables.

Se registraroncinco olas de calor, dos de ellas muy llamativas: por un lado, la que tuvo lugar entre el 13 y 21 de junio, con temperaturas máximas y mínimas extremadamente altas para la época, recién comenzado el verano climatológico. También destaca la del 12 al 16 de julio, en la que se alcanzaron las temperaturas más elevadas no solo del verano, sino de la serie histórica de muchas estaciones principales de Aemet. Los 46,9ºC registrados en Córdoba el 13 de julio suponen, oficialmente, la temperatura más elevada jamás registrada en España en una estación de la red principal.

Tuit emitido por Aemet el 14 de julio de 2017 en el que se daba cuenta de los registros de temperatura máxima históricos que se habían alcanzado el día anterior.

En cuanto a las precipitaciones, la palabra más utilizada en 2017 ha sido «sequía». En Aemet se estudia la sequía meteorológica, es decir, la que se refiere a la escasez de precipitaciones, utilizando un índice estandarizado llamado SPI. Este índice, básicamente, estudia cómo se comportan las precipitaciones en un área y período temporal determinados y les asigna un valor positivo o negativo en función de si ha llovido más o menos «de la cuenta», es decir, de los valores normales. Cuando el índice tiene valores de -1 o inferiores, se puede hablar de sequía meteorológica.

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La aplicación del SPI a las precipitaciones recogidas en España durante 2017 da como resultado el mapa que se muestra sobre estas líneas: ningún punto de la geografía nacional presenta valores positivos y la mayor parte del país está inmersa en valores de -1 o inferiores, destacando zonas del oeste de Galicia, del centro de Castilla y león, del sur de Cataluña y de Canarias, con valores inferiores a -2. En esas zonas, la sequía durante 2017 fue muy severa.

Además (o a pesar) de la escasez de lluvias, también se produjeron episodios de importantes precipitaciones: por ejemplo, entre el 18 y 22 de enero se registraron lluvias muy fuertes y nevadas muy copiosas en zonas del Mediterráneo y tercio oriental peninsular. En muchos puntos llegó a nevar al nivel del mar en lugares donde hacía muchas décadas, e incluso más de un siglo, que no se veía este fenómeno.

En verano hubo dos episodios de precipitaciones importantes: uno de ellos entre el 5 y 9 de julio, que afectó a buena parte de España y donde se registraron numerosas efemérides de precipitación máxima en 24 horas. Y a finales de agosto se produjo otro episodio, de nuevo generalizado, en el que también destacó (aunque en este sentido no fue extraordinario) el gran número de descargas eléctricas detectadas.

Y es que llamó la atención en el verano de 2017 la cantidad de tormentas con granizo grande asociado. En este aspecto hay que señalar que gracias a las nuevas tecnologías es mucho más fácil que hace unos años recopilar información sobre este y otros fenómenos severos que probablemente otros años se pudieron haber dado quizás con una frecuencia similar pero no fueron detectados.

Tuit en el que se informa de una granizada severa en Rubielos de Mora (Teruel) el 23 de julio de 2017.

En 2017 también fue noticia la temporada de huracanes, una de las que ha registrado mayor número de huracanes de gran intensidad (en inglés major hurricanes, aquellos de categoría 3, 4 o 5 en la escala  de Saffir-Simpson) Incluso el huracán Ophelia estuvo coqueteando con las costas de la Península Ibérica. Fue el huracán de gran categoría que más cerca de Europa se formó desde que hay registros, y aunque el ojo del huracán quedó a centenares de kilómetros de la costa gallega en el momento en que más cerca estuvo de España, los fortísimos vientos que generó afectaron al noroeste peninsular, ayudando a avivar numerosos incendios forestales que convirtieron al 15 de octubre de 2017 en una jornada de infausto recuerdo.

 

Tuit emitido desde la cuenta nacional de Aemet donde se mostraba una imagen de satélite en la que se observaba perfectamente el ojo del huracán Ophelia.

En resumen, podríamos calificar 2017 como un año de extremos climáticos, con el acento puesto en las altas temperaturas, la sequía y los episodios de lluvias intensas. Precisamente todo lo vivido en 2017 en cuanto a meteorología se refiere encaja con lo que las proyecciones y estudios de cambio climático prevén para nuestro país en las próximas décadas. ¿Será lo acaecido en 2017 algo excepcional o por el contrario es una advertencia de que tendremos que adaptarnos a unas nuevas -y más severas- condiciones climáticas?

 

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