Por: Jorge González Márquez y Juan Antonio Fernández-Cañadas
Vemos a continuación cómo es el comportamiento y distribución habitual de las tormentas en el mes de febrero en la península Ibérica y alrededores, tomando como referencia la media del periodo 1995-2016 (ver mapa de número de días de tormenta) (1).
Al igual que ocurría con enero, en febrero habría que hablar más de escasez de tormentas que de abundancia, ya que ambos meses son los menos tormentosos del año. Si enero presenta los mínimos de actividad en zonas continentales, febrero lo hace sobre todo en zonas marítimas, especialmente del Mediterráneo norte, ya que más al sur destaca julio como el menos tormentoso. En febrero encontramos actividad apreciable solo en las áreas habituales de invierno, que son: el mar Mediterráneo al sur de las Baleares (sobre todo en alta mar), los alrededores del Estrecho de Gibraltar, y la cornisa cantábrica, sin pasar en ningún caso de 1-2 días de media. En las zonas continentales de la península Ibérica las tormentas siguen siendo raras, pero a diferencia de enero, ahora sí puede surgir alguna tormenta asociada al calentamiento diurno, con mayor probabilidad a final de mes y siempre de carácter débil.
El número de descargas también es bajo en este mes, con una estructura parecida a la de enero, destacando puntos aislados con elevado número de descargas en el Mediterráneo sur, especialmente en el mar de Alborán o en la costa de Almería, rodeados de puntos en los que apenas hay descargas. Esta disposición indica que las tormentas aquí pueden ser puntualmente fuertes en febrero, a pesar de ser escasas, y si se contase con una muestra de años más amplia, acabarían uniformizándose los datos. En la zona cantábrica sin embargo, aunque también hay de media entre uno y dos días de tormenta, el número de descargas es especialmente bajo, igual que ocurría en los demás meses invernales, lo cual indica que la mayoría de tormentas apenas presentan descargas y, como ya se comentó en el mes de enero, suelen ir asociadas a entradas de aire frío del norte y se originan en el seno de pequeños cumulonimbos formados en su mayoría por cristales de hielo, de los cuales es frecuente que caiga granizo o nieve.
En cuanto al intervalo horario de mayor actividad (siempre horas UTC), comienza a destacarse el intervalo de la tarde en el interior peninsular, en especial en la franja occidental, es decir, Andalucía occidental, Extremadura y Castilla-León, que son las zonas en las que parece más probable que pueda surgir en febrero alguna tormenta asociada al calentamiento diurno, si bien este hecho es tan escaso que no tiene reflejo en el mapa del número medio de días de tormenta, que sigue siendo casi nulo. En el mar, el horario no es tan definido, aunque se aprecia mayor actividad en la madrugada o al amanecer.
En resumen, febrero es, al igual que enero, un mes de escasa actividad tormentosa en general. Incluso puede decirse que es el de menos descargas eléctricas de todo el año, aunque solo sea por el hecho de que es el mes con menos días.
(1). Se considera día de tormenta en un lugar concreto, aquel en el que ha habido al menos una descarga eléctrica en un radio de 10km alrededor de él.