Este artículo escrito por Ramón Pascual, de AEMET Cataluña y que podemos encontrar en la revista Tiempo y Clima de la Asociación Meteorológica Española, habla sobre fenómenos meteorológicos adversos y se divide en dos partes, en esta primera publicación se trata de las adversidades asociadas a temperaturas extremas, nevadas en cotas bajas, y precipitaciones fuertes y/o abundantes.
Respecto a las temperaturas extremas, las situaciones meteorológicas en las que se registran temperaturas muy elevadas o por el contrario, muy bajas, comportan un riesgo para la salud de las personas y de forma indirecta pueden estar ligadas a accidentes. También la agricultura y el medio natural pueden sufrir afectaciones notables.
Los entornos meteorológicos que establecen episodios de temperaturas elevadas en España pueden ser masas de aire cálido, asociadas a vientos de componente sur (a veces de origen sahariano, muy secos); periodos anticiclónicos con fuerte subsidencia y elevada insolación; fuertes y bruscos ascensos de la temperatura debidos a efectos locales, como el viento föhn o microrreventones cálidos de origen tormentoso . Los episodios cálidos más significativos se producen entre los meses de mayo a septiembre, en los que es conveniente actuar con precaución y evitar las actividades al aire libre en horas de mayor insolación.
En cuanto a las temperaturas muy bajas los umbrales para los cuales se consideran condiciones adversas dependen, como en el caso de las temperaturas muy altas, de la zona afectada. Así, mientras que unas temperaturas inferiores a -1 ºC ya se consideran adversas en las zonas litorales, hay amplias zonas de la mitad norte peninsular en las que el umbral se sitúa entre -4 ºC y -6 ºC. Son situaciones en las que se producen heladas, con los riesgos asociados correspondientes para ámbitos tan dispares como el tráfico de vehículos, las operaciones aeroportuarias o la agricultura. En situaciones de este tipo se despliegan medidas preventivas especiales como la acogida de personas sin techo con el fin de evitar casos de hipotermia. Las congelaciones son también un riesgo a considerar. Cuando las temperaturas bajas se combinan con vientos moderados o fuertes la sensación de frío aumenta notablemente por lo que, al igual que en caso anterior, es necesario mantener una prevención y establecer acciones de seguridad.
Por otro lado, las nevadas son un fenómeno relativamente poco frecuente en España salvo en las partes más elevadas de las principales cordilleras, por encima de los 2000 m y en sectores del Sistema Ibérico y de la Meseta Norte. La adversidad de una nevada viene dada por el ritmo de acumulación de la nieve en el suelo, que depende de la intensidad de la precipitación, la temperatura del aire, la velocidad del viento y el tipo de nieve que cae. Los mayores ritmos se observan en situaciones en las que cae nieve seca, de baja densidad, y sin viento, si bien, cuando el viento es fuerte se producen grandes sobreacumulaciones en lugares concretos. A temperaturas cercanas a los 0 ºC o ligeramente superiores la nieve que cae es húmeda y tiene la particularidad de engancharse con facilidad a los objetos (nieve pegajosa). Para estos casos, la predicción y el uso de medidas de seguridad tanto en transportes terrestres como aéreos o marítimos, es crucial para evitar accidentes.
Por último, las precipitaciones son causantes de afectaciones importantes en muchos ámbitos y en casos extremos pueden ser, como ya ha ocurrido en el pasado, causa directa o indirecta de verdaderos desastres y provocar víctimas mortales. La eventual torrencialidad de las precipitaciones en la península Ibérica es un elemento característico de su régimen hídrico, especialmente en su fachada oriental y en el ámbito balear (Martín-Vide, 2013).
Las precipitaciones fuertes van ligadas muy a menudo con el fenómeno de las tormentas debido a que es en el seno de corrientes intensas donde se producen las condensaciones más rápidas y abundantes. Son variadas las situaciones meteorológicas que pueden dar lugar a precipitaciones fuertes y/o copiosas: ríos atmosféricos incidiendo en la península Ibérica (Ramos et al, 2015), frentes fríos activos, DANAs sobre la península Ibérica o en su entorno, ondas cortas en altura, flujos persistentes de origen marítimo en capas bajas (asociados o no a ciclogénesis relativamente cercanas), fuerte calentamiento diurno en un ambiente inestable o fuertes convergencias locales en niveles bajos. En todas ellas el ritmo de transformación del vapor de agua en agua de nube y posteriormente en gotas de lluvia (eficiencia) y la magnitud del flujo de humedad determinarán la intensidad y la cantidad final de precipitación.
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