¿Quién era Antonio Mestre?
Artículo de Ángel Rivera
Recuerdo vivo de Antonio
Es difícil escribir sobre Antonio Mestre, ya desde el recuerdo, porque cuesta creer que una persona con la que tanto se ha compartido, se haya ido así, de pronto, como del rayo. Que no quede ya la posibilidad de volver a cambiar impresiones, consultarle algo, o simplemente disfrutar de su charla siempre sensata, siempre relajada y cercana. Antonio, oficialmente jefe del Área de Climatología y Aplicaciones de AEMET, era mucho más que eso. Tras su sólida formación como ingeniero y meteorólogo, centró su actividad en la climatología operativa y en las aplicaciones hidrológicas, agrícolas y ambientales. Llegó a ser un gran experto en todo ello y su contribución era siempre esperada y valorada en distintos foros nacionales e internacionales. Esa sólida formación a la que antes me refería, junto con su pasión por la atmósfera y su interacción con el medio natural, le convertía en un experto «todoterreno» que transitaba con toda facilidad de la climatología a la predicción en uno u otro sentido y, desde ahí, a las distintas aplicaciones. A ello se unía su gran capacidad para retener y recordar todo tipo de efemérides y récords meteorológicos, algo que le convertía en el interlocutor necesario ante la predicción de cualquier fenómeno adverso o en el análisis global posterior a su ocurrencia e impactos. Además Antonio sabía comunicar bien. Tenía la habilidad de proporcionar muchos datos de interés en un marco de objetividad y de sencillez. Se le entendía perfectamente por muy complejo que fuera lo que explicara, y por eso se hizo también muy querido -y muy buscado- por periodistas y comunicadores meteorológicos. Por todo ello se convirtió también en un protagonista insustituible en las ruedas de prensa trimestrales de AEMET y en las que tenerle al lado era un seguro de tranquilidad: no habría pregunta sobre climatología que Antonio no supiera responder con toda concisión y sencillez. Muchas veces yo le comentaba que, ni profesionales ni aficionados, podíamos quedarnos sin sus amplísimos conocimientos, y que tenía que regalarnos un libro donde se recogieran. Le decía: «Antonio, llevas el clima de España en tu cabeza y nos lo tienes que contar como tú sabes». Me miraba con una expresión entre incrédula y sorprendida, como si no fuera consciente de lo sumamente valiosa que podía ser su aportación. Después me contestaba que, bueno, que a lo mejor cuando se jubilara. Ahora ya no será posible.
Era ante todo una persona sencilla, sensata y profundamente servicial. Siempre estaba disponible para cualquier requerimiento. De ahí su magnífica trayectoria en la Asociación Meteorológica Española (AME), sus numerosas colaboraciones en publicaciones como Tiempo y Clima, El Observador o Ambienta, por citar sólo algunas, y tantas y tantas participaciones en reuniones y congresos. En todas ellas la presencia de Antonio siempre aseguraba rigurosidad, amenidad…y aplicación práctica. Eternamente gracias, compañero.