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ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LAS PLAGAS DE LANGOSTA. III

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La Langosta. Agustín Salido (1874). Fuente Biblioteca Nacional de España.

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, pese al desarrollo de la sociedad y el avance tecnológico, las medidas legislativas no surtían efecto en la lucha contra las plagas de langostas, que seguían afectando a nuestro territorio de forma implacable. Los entomólogos tenían un conocimiento sobrado sobre la langosta y las formas para combatirlas, pero las normas y métodos se aplicaban con laxitud. Las grandes plagas finalizaron cuando se extremó el rigor en el cumplimiento de las normas y se emplearon técnicas más eficientes para combatir la langosta, como la gasolina y los cebos envenenados. NOTA: haz click en las imágenes para ampliar

TÉCNICAS EMPLEADAS

Los métodos para la extinción de la langosta eran fundamentalmente preventivos, con objeto de destruir los huevos antes de que eclosionaran, en la denominada campaña de invierno. Para ello se debían identificar las zonas de aovación (normalmente las dehesas) y a finales del otoño o principios del invierno, aprovechando una época de lluvias, realizar un arado superficial (orejeras bajas) y con surcos próximos o escarificado, para desenterrar y destruir el canutillo, recogiéndolo manualmente o bien utilizando ganado porcino o aviar para que se alimentara del mismo.  Los propietarios de las dehesas tenían la opción de sembrar y cultivar las tierras afectadas por su cuenta, o en su defecto, ceder durante dos años a los agricultores el terreno para que fuera arado y cultivado. Cuando se trataba de dehesas boyales o zonas comunes, los concejos disponían de un fondo para pagar jornales a los que participaban en las tareas de extinción, incluso existía un servicio voluntario a la comunidad de un día semanal. En situaciones graves se recurría a subvenciones del Gobierno y en casos extremos a la intervención del Ejército. Como vimos en el capítulo anterior, existía un conflicto permanente entre ganaderos y agricultores, cuyos intereses eran opuestos.

La langosta.  Agustín Salido. 1874

Si no se consigue exterminar el canuto, con los calores de finales de la primavera los huevos eclosionan, y los denominados mosquitos, de pequeño tamaño, permanecen agrupados sin desplazarse apenas, formando lo que se denomina “manchones”. En esta fase se utilizaban métodos mecánicos para su exterminio, matándolos por aplastamiento con “pisones”, “trillos” o “rodillos” arrastrados manualmente o con animales de tiro, o mediante quemas controladas con rastrojos o paja. Conforme crecen las langostas, en el estado de “mosca” y “saltón” comienzan a desplazarse en busca de alimento, a lo largo de los denominados “cordones”. En la fase adulta, tras la formación plena de las alas pueden desplazarse a mayor distancia volando. En estas fases las técnicas empleadas son más complejas, y debían aprovecharse momentos de debilidad, días húmedos o lluviosos, o al amanecer, cuando las langostas presentan cierto aletargamiento y mayor dificultad para moverse.

 

Los trabajos manuales contemplaban trabajos individuales como golpear a las langostas con matojos zurriagos o pisarlas con un calzado llamado “esparteñas langostinas”, de mayor anchura que el normal . Ya entre varias personas se manejaba el  “buitrón”, una especie de extensa sábana con un hueco con forma de manga en el centro, a modo de cazamariposas, donde quedaban alojadas las langostas; o las “garapitas”, extensos lienzos hacia los que se ojeaba la langosta, donde se acumulaba y quedaban atrapadas al recoger el lienzo. También se utilizaban cercados o “trochas” formados por lienzos o sábanas dispuestos verticalmente, ojeando la langosta entre un grupo de personas agitando cualquier tipo de prenda, canalizando la langosta hasta una fosa donde caían y se las enterraba, cubría de cal viva o prendía fuego (este método se comenzó a aplicar en Chipre por los ingleses en 1871). Para facilitar la construcción del cercado, el Estado suministraba placas de zinc.  Agustín Salido, en su “Tratado de la langosta” (1847), describe e ilustra estos métodos de la denominada campaña de primavera.

En el año 1900 se creó un Servicio Agronómico para la lucha contra la langosta, con ingenieros y peritos agrónomos encargados de inspeccionar las provincias, realizando detalladas memorias. Como se aprecia en la correspondiente a la campaña 1902-1903, existía plaga de langosta en 19 provincias españolas, incluyendo Canarias. Curiosamente, la inspección confirmaba menos hectáreas afectadas por canuto que las denunciadas (casi un 25 % menos), quizás por un excesivo celo de las Juntas Municipales ante la gran extensión de las dehesas privadas.

Memoria de la campaña contra la langosta 1902-1903. Fuente MAPAMA.

Obviamente estas memorias concluían que la mayor eficiencia se obtenía en la campaña de invierno (destrucción del canuto), recomendando concentrar los esfuerzos en esta campaña, al ser la más eficaz y económica. Respecto a la campaña de primavera, en que había que luchar contra el insecto en sus distintas fases, el gasto dependía de la fase en que se encontraba el insecto y del método empleado en su extinción. En este ejemplo de la citada Memoria se realiza una estimación del costo por kg de langosta recogida según la fase de desarrollo y el método empleado para su extinción.

También se crearon granjas experimentales (“campos de experiencias”) en distintas provincias, con objeto de probar la nueva maquinaria e insecticidas en la lucha contra la langosta que continuamente eran inventados, poniendo de manifiesto el conocido ingenio español. De igual forma, se impartían charlas o cursillos divulgativos en las comunidades agrícolas.

Gaceta agrícola del ministerio de Fomento 1888. Tomo IX. Fuente Biblioteca Nacional de España

Además de estos medios mecánicos, se intentaba aprovechar los medios naturales, que consistían en proteger a las aves depredadoras (que además de consumir langostas señalizaban la zona de aovación), así como utilizando ganado porcino o aviar (pavos y gallinas) que devoraban los canutos (aunque parece que la ingesta excesiva afectaba al sabor de la carne de estos animales). El ingenio al que antes aludíamos nos deja este ejemplo de gallinero movible, inventando por un extremeño a base de reciclar viejas carretas, y que debió ser muy efectivo ya que las gallinas además abonaban el terreno, llegándose a  exportar a otros países.

Ya en el siglo XX los métodos incluyeron el uso de distintos insecticidas (los específicos se llamaban “langosticidas” y recibían el nombre de su inventor, o su  nombre genérico, como la  ”esencia de Cok”), destacando el arseniato de cal espolvoreado,  así como cebos envenenados con arsenito sódico, procedimientos poco respetuosos con el medio ambiente. Luego pasaron a ser pesticidas organoclorados en los años 50, y a partir de los años 80 derivados organofosforados como el malatión o fenitrotión, junto a inhibidores de síntesis de quitina (que impiden el crecimiento). Las roturaciones mecanizadas con tractores para destruir el canuto y el uso de cebos envenenados, altamente efectivos, limitaron notablemente la extensión de las plagas a partir de los años 50.

El uso de la gasolina como combustible (parece que se usó por primera vez en Sevilla en 1867) fue determinante, generalizándose su uso como el sistema más eficiente a principios del siglo XX, cuando aún no existía un uso generalizado como combustible.  Inicialmente se utilizaban regaderas para distribuirla y luego se procedía a la ignición, pero la gran volatilidad del líquido lo convertía en un método poco eficiente. Pronto surgieron distintos aparatos, con mayor o menor éxito, similares a los lanzallamas, como el denominado “El rayo”, que según sus inventores generaba llama durante dos horas seguidas con un solo litro de gasolina.

En esta película de Antonio de Padua se muestran los procedimientos utilizados a principios del siglo XX. Este documento gráfico retrata algunos aspectos de la sociedad española, que de forma desinhibida y alegre observaba cómo se combatía a la langosta, en una jornada aparentemente festiva y sin conciencia de la gravedad de la situación, aunque sin duda este comportamiento estaría condicionado por la novedad que suponían los primeros cinematógrafos, inventados por los hermanos Lumiére unos años antes (1895). Llama la atención ver cómo trabajan unos pocos, mientras los que observan son multitud. Incluso por momentos parece que hay más ojeadores agitando sus chaquetas y capotes que langostas….La jornada finaliza con el vino español de las autoridades que contrasta con el raquítico rancho de la tropa. En la segunda parte de la película, se observa ya con más rigor y de forma más organizada los métodos habituales de la lucha contra la plaga.

En realidad en aquellos años se trataba de una terrible calamidad, “el hambre, la ruina, la muerte”, como  dice  el extremeño Felipe Trigo en su novela “Jarrapellejos” . El espeluznante relato de la llegada de la plaga de langosta a un pueblo extremeño, La Joya, muestra el denodado esfuerzo y la infructuosa lucha de los campesinos contra la langosta, frente a la impávida mirada de los ricos terratenientes, que retenían la gasolina necesaria para combatirla. El episodio termina con un fuerte temporal, aparentemente una profunda borrasca.

Escrita en 1914, también es un reflejo de la sociedad rural de aquella época, en que imperaba el caciquismo. Aunque es muy recomendable su lectura completa, reproducimos algunos extractos de esta obra, que probablemente muestran una visión mucho más ajustada a la realidad sobre las plagas de langosta en el campo extremeño que el anterior cortometraje.

“Siempre debería haberla (la gasolina) en La Joya y los pueblos inmediatos, puesto que cada dos o tres años sufrían el mismo azote; pero los alcaldes (sin que, por ser amigos, pudiera evitarlo Pedro Luis) no atendían más que a robar. Afortunadamente, los langostos, levantados de las dehesas próximas, las suyas entre ellas, que era donde aovaban, se iban lejos esta vez, no habiendo caído sino aquí con verdadera profusión.”

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“Campos de pobres expuestos a las inundaciones torrenciales en invierno, y a los cuales la fatalidad quería ahora infligirles su máximo rigor, el verde de los centenos, de las cebadas, de los trigos, ennegrecíase asimismo por la turbia irrupción devastadora. Las espigas doblegábanse al peso que tenían que soportar, o caían segadas por las sierras de los voracísimos insectos…..”

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“Dijéranse los locos de un inmenso manicomio suelto por el valle. Orencia y Pedro Luis, cerca, lejos, en todas las ondulaciones del terreno y a todas las distancias, los veían correr medio sepultados en las mieses, agitando palos, cuerdas, látigos y mantas…, al mismo tiempo que daban grandes voces. Tan ciegos se empeñaban en la lucha que algunos, ya desesperados, con sus furiosos trallazos a diestro y siniestro causábanse más daño que el que intentaran evitar. Felices los que para el ardor de su trabajo contaban con familia numerosa. Las hijas y las mujeres, despojadas de sus faldas, a falta de otra cosa, sacudíanlas por el aire. Los niños, hasta los de tres años, con tal que supieran tenerse en pie, corrían y chillaban también en ala levantando polvaredas de langostos”.

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“Habían abierto zanjas en las lindes. El ansia de los desdichados cifrábase en contener en ellas la invasión. Los que no tenían quienes les ayudasen a manejar azadas y esportillas, tendían barreras de lienzo firmes en estacas. Pero llenábanse las zanjas, rebosaban pronto igualmente los rimeros de langostos por lo alto de los lienzos, y antes que los denodados luchadores lograran aplicarse a sepultarlos con tierra o a abrasarlos con fogatas de retama, ya nuevas oleadas de la marea terrible, inagotable, estaban saltando por encima. Algunos, en sustitución de aquella suspirada gasolina, empleaban el petróleo. Trabajo y gasto estériles, perdidos, sin tregua ni esperanza. Un minuto sobraba para volver a llenar del infesto lo que se había creído limpiar en una hora. Extenuados, tenían que volver a empezar, sin haber tomado aliento más que en aquellos segundos angustiosos de las baldías imprecaciones. Miraban entonces, observaban el estrago, consideraban lo poco, lo cada vez menos que les quedaba por salvar, y muchos, viendo totalmente segadas o comidas sus cosechas, tronchados los verdes tallos sin espigas, abandonaban al fin las tierras sombríamente. Las mujeres y los niños los seguían, llorando, en una congoja de alaridos que perdíase hacía la altura con el humo y las cenizas…”

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“Las Hijas de María estaban muy contentas del trisagio. Al sexto día de la novena un ciclón barrió la plaga de langostos. -«¡Milagro, milagro!» -decían en gracias a la Virgen, repitiendo lo que los señores sacerdotes demostraban desde el púlpito-. Algunos escépticos explicábanlo de un modo natural: lo mismo que cualquiera medianamente observador, en este pueblo de las moscas, podía notar que las moscas, y las mariposas también, disminuían notablemente después de los fuertes vendavales, el ciclón, que tras una tremenda granizada estuvo soplando treinta horas entre remolinos de polvo, de tejas y de ramas desgajadas de los árboles, habría arrastrado a los voracísimos insectos. El hecho, milagro o no de la piedad divina, era que desaparecieron. No quedaba uno.”

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“Cierto que el ciclón arrancó chozos, descuajó encinas y asoló huertas y olivares. A los arruinados por la langosta, uniéronse casi en doble número los nuevos damnificados, para pedir limosna o manifestar por las calles su sorda irritación.”

En este otro cortometraje, quizás no muy apropiado para personas sensibles, se observa al ingeniero agrónomo Leandro Navarro, conocido como “el médico de las plantas” en un documental divulgativo. Director de la Estación de Patologia Vegetal (fundada en 1888) y fotógrafo aficionado,  fue una institución en la lucha contra las plagas del cultivo en España, gran divulgador y pionero en la lucha biológica contra la langosta con hongos. Lamentablemente el documental dedicado a la plaga de la langosta (1915) no se conserva. En él se describía el ciclo de vida de la langosta y algunos métodos para combatirla. Sí se conserva esta película donde él mismo muestra la eficacia del asfixiante gas cianhídrico para el tratamiento del arañuelo que afectaba a los olivos, método muy efectivo y que rápidamente se generalizó por España, Portugal e Italia. Parece ser que un método similar se utilizó también para luchar contra la langosta, aunque exigía instalar unas tiendas de campaña previamente sobre el terreno. Aunque era un método económico, era muy peligroso para los operarios, por lo que finalmente se abandonó.

Otro conocido entomólogo español, de fama internacional, fue Ignacio Bolívar (1850-1944),  que mantuvo un fluido contacto profesional con otro gran entomólogo, el británico de origen ruso Boris Uvanov, conocido como “el padre de la acridología” y referente mundial en el estudio de la langosta, que estableció la teoría de las fases en el crecimiento de la langosta y que por primera vez distinguía entre el comportamiento solitario y gregario.

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX también se organizaban concursos para premiar las ideas más innovadoras, con gran número de patentes (maquinaria e insecticidas), incluso aplicaciones prácticas para utilizar los insectos muertos, como jabones, grasas, cebos o piensos. El presupuesto dedicado a materiales, gasolina e insectidas no paró de crecer en las distintas campañas. También se fomentó el estudio y la cooperación internacional, con las primeras reuniones internacionales en los años veinte y treinta. España ratificó el Convenio Internacional relativo a la organización de la campaña contra la langosta, firmado en Roma el 31 de Octubre de 1920, y asistió regularmente a estas reuniones. En febrero de 1936 varios funcionarios del ministerio de Agricultura acudieron a Egipto para estudiar métodos aplicados a la lucha contra la langosta.

De esa forma en los años 30 las plagas estaban más o menos controladas, siendo cada vez más eficientes las campañas anuales preventivas. Aún así, en 1935 se vieron afectados los campos baldíos del entonces aeródromo de Barajas, en aquella ocasión se solicitó al ejército el uso de lanzallamas para atacar la plaga. En 1938 se detectó en un lugar tan inusual como Asturias (Cangas de Narcea).

Sin embargo, durante los años de la guerra Civil se suspendieron las campañas preventivas y muchas tareas agrícolas, de forma que en 1939 hubo una plaga que afectó al menos a Ciudad Real, como muestran estas fotografías.

Tras la Guerra Civil se retomaron las campañas anuales, y desde entonces la langosta mediterránea ha permanecido más o menos controlada. Otras plagas del siglo XX ocurrieron en los años  1901-1902, 1909-1910, 1922-1923, y 1932-1933, además de las reseñadas en el capítulo sobre la langosta en Canarias (1954 y 1958).

En la actualidad para combatir las plagas se utilizan productos químicos pesticidas, que se esparcen por medios aéreos y terrestres, aunque también se están desarrollando tratamientos más respetuosos con el medio ambiente, como biopesticidas fúngicos y hormonas que alteran el comportamiento gregario o de puesta. En principio los métodos más eficaces consisten en señalizar los rodales de puesta en las fincas y esperar a la aovación. En ese momento se fumiga localmente la zona.

La lucha contra la langosta. Reflejo de la sociedad

Como hemos comentado anteriormente, el sentimiento religioso en España estaba muy arraigado. Pero si hay algo característico en los españoles es su carácter crítico, acompañado en muchas ocasiones de sutil sarcasmo, algo que podríamos considerar como “humor negro”, hasta el extremo de encontrar la gracia en nuestro propio infortunio.

Ante una “calamidad pública”, como son las plagas de langosta, uno de nuestros grandes maestros de la literatura universal, Francisco de Quevedo y Villegas, hace referencia a la misma con tintes irónicos para denostar a los letrados y a los miembros del Gobierno. De igual forma, el caricaturista, dibujante y humorista Joaquín Xaudaró (1872-1933), conocido por su viñeta diaria en el periódico ABC (en las que solía aparecer su famoso perrito chihuahua), hace referencia a las langostas en sus tiras cómicas.

Hay plaga de letrados -dije yo-. No hay otra cosa sino letrados, porque unos lo son por oficio, otros lo son por presunción, otros por estudio (y destos pocos), y otros (estos son los más) son letrados porque tratan con otros más ignorantes que ellos (en esta materia hablaré como apasionado), y todos se gradúan de doctores y bachilleres, licenciados y maestros, más por los mentecatos con quien tratan que por las universidades, y valiera más a España langosta perpetua que licenciados al quitar.

Item, habiendo visto la multitud de Poetas con varias sectas , que Dios ha permitido por el castigo de nuestros pecados; mandamos que se gasten los que hay , y que no haya más de aquí adelante , dando de termino dos años para ello , so pena que se procederá contra ellos como contra la langosta, conjurándolos , pues no basta otro remedio humano.

La visita de los chistes. Francisco de Quevedo. 1631

O Señor! suplico á V. Magestad atienda a la sustancia, y salud de este alimento. Los Ministros de los Reyes no han de comer otra cosa sino langostas. Este animal consume las siembras, destruye los frutos de la tierra, introduce la hambre, y esteriliza la abundancia de los campos: destruye los labradores, y remata los pobres. El alimento del Ministro han de ser estas langostas: estas ha de comer; no las cosechas, no los frutos de la tierra, no los labradores, no los pobres. Ha de comer, Señor , a los que se los comen, y   los  arruinan;  porque  yo digo  a V.  Magestad  que  el  Ministro  que   no  come  esta langosta,  es  langosta  que  consume  los  Reynos.

Política de Dios, Gobierno de Cristo y tiranía de Satanás.  Francisco de  Quevedo y Villegas. Consejos dirigidos al rey Felipe IV

 

Chistes de J. Xaudaró. Ed. Prensa Española (1960). Joaquín Xaudaró.

Otro ilustre escritor, como Lope de Vega, con motivo de la canonización de San Isidro Labrador, patrón de Madrid, escribió varias comedias, aunque las referencias a la langosta en este caso no tienen matiz irónico.

“Prega a Dios, que a vuestra fruta nunca llegue cierzo , o hielo, ni a vuestro cercado en vuelo langosta, que el campo enluta. Nunca gorgojo, o gusano, nunca oruga , nunca hormiga, ni nazca vallizo, hortiga , gamarza , o pie de milano”.

“Los Moros en linaje Almoravides bajaron de los campos Andaluzes, qual suele al trigo y a las tiernas vides de langosta esquadron entre dos luces.”

La juventud de san Isidro (1622). Lope de Vega.

Este tono irónico anteriormente mencionado, aparece como fino humor en la obra del escritor y poeta satírico Juan Pérez de Zúñíga, a comienzos del siglo XX.

La Mancha y Andalucía

(¡parece que está hecho aposta!)

hoy sufren, tras la sequía

la plaga de la langosta.

A veces causa el quebranto

de una comarca completa

Y a mí que me gusta tanto,

Con salsa a la vinagreta…

Coplas de Ciego. Publicado en el diario ABC el día 26/03/1903

La langosta o “cigarrón”es protagonista en este poema del escritor canario Domingo Carballo Wangüemert (1794-1867).

Al cigarrón.

Como fiero basilisco / A La Palma ha recabado / A comer nuestro

sembrado / El cigarro berberisco

Los pueblos se conmovieron / Cuando vino de la costa / La perniciosa

langosta / Que nuestros prados comieron / El cielo nublado

vieron / De este avichucho morisco / Que por un punto marisco /

A tierra se dirigió / Y hambriento desembarcó / Como fiero basilisco

Otro escritor canario, Domingo López Torres, nos ofrece este poema dentro del surrealismo

POEMA DE LA LANGOSTA

(Caísteis sobre el lecho de los agricultores asesinando un sueño de libras esterlinas). 

I

 Vientos, y arenas, y plagas

para recordarte

lo que tú bien sabes

que lo saben todos:

que nadie lo sabe

—¡ah, sí, el continente! 

II 

Porque yo quise pararme

y el viento no me dejaba.

Me empujaba sin piedad.

Pero yo quise pararme.

Luego, transparente todo,

yo, por un mar de cristales,

sin dónde, ni cuándo, nada.

(Los cielos deshabitados

y los mares sin ventanas.)

Me clavaron sin piedad:

las chicas en el sombrero,

los chicos en la solapa,

con alfileres de acero.

El mapa de mis desvelos

—sin norte, sin sur— cortado

por franjas verdes del sueño.

 

Y yo, aviadora, en el cielo,

navegando de costado.

Rotas las alas de miedo

en manadas. Oprimida

por las paredes del viento.

(Sí, hemos borrado de nuestro itinerario,

para futuros viajes, la escala de las islas.) 

III

 (Obispos, concejales, militares y curas –de gala—

marchan al campo a exterminar la plaga de langostas.

Ingenieros agrónomos, con ametralladoras,

en los picos más altos de las islas

—lejos de la indiscreta mirada de los tontos—

(los nativos tienen los ojos secos de mirar siempre al cielo),

archivan comprobantes para confeccionar nóminas especiales.)

[Gaceta de Arte, nº. 9, octubre de 1932

El refranero popular también recoge la preocupación del pueblo.

Langosta, hace la tripa angosta.

En la congosta, está la langosta

El “humor negro” en ocasiones es un mecanismo de defensa frente a la angustia y la impotencia, y también se da en otras culturas. Aquí vemos un ejemplo con este dibujo referente a la plaga que afectó a las Grandes Llanuras en 1874, la mayor plaga de langosta documentada, con cientos de millones de ejemplares y que cubrió varios Estados. Según el relato de la Sociedad Histórica de Kansas, numerosos colonos se instalaron ese año para cultivar las tierras. A principios del verano, una fuerte sequía favoreció que la langosta de las montañas Rocosas (Melanoplus spretus), privada de alimento, invadiera en forma de plaga las Grandes Llanuras. La enorme plaga oscureció el cielo y el sonido era ensordecedor, además de devastar el campo, según las crónicas se alimentaban de la lana de ovejas vivas e incluso de la ropa de los campesinos y madera. El transporte ferroviario también se vio interrumpido, ya que las locomotoras perdían tracción al quedar los raíles resbaladizos. Afortunadamente al año siguiente, después de la eclosión de los huevos en primavera, una nevada tardía y las heladas acabaron con la plaga. Unos treinta años después, esta especie desapareció y se la considera extinta.

https://www.historynet.com/1874-the-year-of-the-locust.htm

De aquella época nos queda este gracioso dicho popular, cuya rima obviamente desaparece al traducirse al castellano, ya que tolva (dosificador del grano recolectado) no rima con saltamontes o langosta.

Teacher: Where does all our grain go?———Profesor: ¿A dónde va todo nuestro grano?

Student: Into the Hopper————————–Estudiante: Al interior de la tolva

Teacher: What Hopper?—————————Profesor: ¿qué tolva?

Student: Grasshopper——————————Estudiante: al saltamontes

El conocido “humor inglés” o “británico”, está basado en la sátira y en una sutil crítica social. En esta viñeta vemos al británico “John Bull”, análogo a nuestro “Juan Español”, personaje que representaba al campesino típico del Reino Unido atacando a unas singulares langostas.

En estas otras viñetas se mantiene el tono fantástico y satírico en relación a las langostas, aunque nos resulta difícil interpretarlos.

FIN DEL CAPÍTULO Y LA SERIE SOBRE LA LANGOSTA

Entradas anteriores sobre la langosta del mismo autor en AEMETblog:

Influencia de las variables meteorológicas en el desarrollo y migración de la langosta del desierto

LA LANGOSTA EN LA PENÍNSULA IBÉRICA

LA LANGOSTA EN LAS ISLAS CANARIAS

ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LAS PLAGAS DE LANGOSTA. I

ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LAS PLAGAS DE LANGOSTA. II

Agradecimientos:

A Delia Gutiérrez Rubio, por la revisión de los textos y a los compañeros de RRSS de AEMET

BIBLIOGRAFÍA

Arias, A., Álvez C, Garcia F., Martínez de Velasco D., Olivera J., Prieto A. y Santos R. 1993. La lucha contra la langosta marroquí (Dociostaurus maroccanus Thunb.) en Extremadura durante el decenio 1983-1992. Bol. San. Veg. Plagas, 19:425-453.1993.

Camarero, F. El cine educativo de Leandro Navarro (1912-1923). Patología vegetal y mitología. Campo y contracampo en el documental rural en España / coord. por Pedro Poyato Sánchez, Agustín Gómez Gómez, 2013, ISBN 978-84-7785-912-3, págs. 13-59

Azcárate Luxán, I. (1996). Plagas agrícolas y forestales en España. (siglos XVIII y XIX). Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

 

 

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