Por Manuel Antonio Mora García. Meteorólogo del Estado. Delegación Territorial de AEMET en Castilla y León
Las nubes se clasifican en diez géneros, pero a su vez, según su forma y estructura interna se subdividen en especies, y de acuerdo a la distribución de sus elementos constitutivos y su transparencia se pueden distinguir distintas variedades. También las nubes pueden tener partes diferenciadas singulares, mezcladas o soldadas con ellas, en ese caso se denominan características suplementarias. De igual forma, otras pequeñas nubes pueden estar soldadas o muy próximas acompañando a la nube principal, siendo consideradas como nubes accesorias. Si la nube evoluciona a partir de otra nube de distinto género, a esta se la considera como nube-madre. Por último también existen nubes que por su singular origen se consideran nubes especiales.
En el cuadro se presentan los diez géneros de nubes, con una sencilla descripción. Generalmente se utiliza el nombre en castellano, pero técnicamente se utiliza el nombre latino, por lo que haremos un uso indistinto.
Otra clasificación mucho más general se basa en el desarrollo vertical de las nubes. Así se distingue entre nubes estratiformes y cumuliformes. Las primeras, con poco desarrollo vertical, incluyen a los cirroestratos, altoestratos, estratocumulos, estratos e incluso nimboestratos (aunque estas nubes pueden tener bastante espesor). Las cumuliformes, son nubes de desarrollo vertical que pueden alcanzar varios km. de espesor en el caso de los cúmulos, siendo máximo en el caso de los cumulonimbos, que pueden llegar hasta la tropopausa.
También se clasifican por su altura, así las nubes medias en nuestras latitudes se encuentran a una altura entre 2000 y 7000 m. (altocúmulos y altoestratos), mientras que las nubes bajas (estratos y estratocúmulos) tienen su base por debajo de los 2000 m. y las altas por encima de 7000 m aproximadamente (cirros, cirroestratos y cirrocúmulos). Los nimboestratos tienen su base por debajo de 2000 m pero pueden tener varios km de espesor. Las nubes cumuliformes, también conocidas como nubes de evolución diurna o de desarrollo vertical, ocupan una gran dimensión precisamente en esa componente vertical.
Clasificación general de los géneros de nubes según su altura. Fuente: NOAA
https://www.weather.gov/media/jetstream/clouds/cloudposter.pdf
En las obras del Museo del Prado se representan fundamentalmente nubes cumuliformes y nubes medias estratiformes, apenas aparecen por tanto nubes altas. La gran cantidad de obras de esta colección impide que podamos reproducir y analizar todas ellas, así que nos limitaremos a una selección, algunas ya analizadas en capítulos anteriores
Habitualmente los artistas seguían los dictados de las iconografías y se fijaban en otras obras ya representadas, por lo que en muchas ocasiones existen grandes similitudes en las nubes representadas en paisajes y escenas religiosas o mitológicas. Además, algunos artistas incorporan a sus obras un tipo de nube característico que los identifica, como podrían ser los cúmulos en El Greco o Goya, o los altoestratos en Velázquez.
Aunque habitualmente no suelen coexistir nubes cumuliformes y estratiformes, en esta obra se aprecia perfectamente una nube cumuliforme a la izquierda (habitualmente son las nubes algodonosas que en la iconografía sirven para suspender a Dios, santos y ángeles en el cielo) y otra estratiforme a la derecha.
Adoración de los pastores. San Leocadio, Felipe Pablo de. Hacia 1539. Óleo sobre tabla, 110 x 87 cm.
Los cielos con nubes medias estratiformes aparecen en muchas obras, como en los cuadros de Jan Brueghel el Viejo, realizados en el siglo XVII.
Los Archiduques de caza, Brueghel el Viejo, Jan. Hacia 1611. Óleo sobre lienzo, 135 x 246 cm.
Jan Brueghel colaboró en varias obras con Rubens, encargándose de los paisajes, representando también nubes medias estratiformes, como se observa en este retrato de la Infanta Isabel Clara Eugenia.
La infanta Isabel Clara Eugenia. Hacia 1615. Óleo sobre lienzo, 113 x 175,8 cm.
Rubens recibió la colaboración de otros excelentes paisajistas, como el flamenco Wildens, que en este caso representa nubes cumuliformes. En la escena se ve a Rodolfo I de Habsburgo cediendo su caballo a un clérigo que porta la Eucaristía.
En cuanto a los paisajes de Rubens, en las obras que dispone el museo del Prado aparecen nubes estratiformes, pero también cumuliformes, entre ellas destacamos este retrato ecuestre del Duque de Lerma, donde podemos apreciar una nube de gran desarrollo vertical que asemeja un cumulonimbo, incluso parece apreciarse cierta rotación en un eje vertical, por lo que las similitudes con una supercélula son evidentes.
Retrato ecuestre del duque de Lerma. Pedro Pablo Rubens. 1603. Óleo sobre lienzo, 290,5 x 207,5 cm.
Supercélula. Oklahoma, Leedey. 2002 April 17. Photographer: Stephen Corfidi, NOAA/NWS/SPC/OB (izquierda) y detalle del cuadro (derecha).
https://search.usa.gov/search/images?utf8=%E2%9C%93&affiliate=photolib.noaa.gov&query=supercell&commit=Search
Rubens inspiró a muchos pintores, entre ellos a Luca Giordano, como se puede apreciar en este retrato ecuestre de Carlos II, donde aparece una nube cumulonimbo muy similar a la representada por Rubens.
Carlos II a caballo. Luca Giordano. Hacia 1693. Óleo sobre lienzo, 81 x 61 cm.
Otro afamado pintor del siglo XVI, Tiziano, representa este tipo de celajes de nubes medias en sus obras. En este retrato de Carlos V las nubes medias más altas tienen tonos rosáceos, como se aprecia en ocasiones durante el ocaso, debido a que los rayos solares recorren una gran distancia a través de la atmósfera y pierden su gama de azules por difusión en todas las direcciones durante su recorrido, resultando en tonos rojizos o anaranjados que finalmente iluminan la nube.
Tiziano también representa nubes cumuliformes, en este caso en la isla griega de Andros, donde el vino manaba de un arroyo según la mitología. Una completa narración de esta interesante bacanal se encuentra en la ficha descriptiva de la obra del Museo.
Las nubes son representadas en ocasiones con gran detalle y minuciosidad, sin embargo, en otras ocasiones, sobre todo en las primeras épocas, se muestran de forma esquemática, como en esta obra del maestro de la Virgo Inter Virgines, cuya temática es la Lamentación frente a Cristo yacente. En el cielo se aprecian estratocúmulus y altocúmulos lenticulares, sobre un horizonte montañoso con una cumbre nevada.
Una imagen más inocente de la nubosidad y los astros, casi infantil, se aprecia en esta obra de León Picardo, donde los estratocúmulos cubren parcialmente al Sol y la Luna.
Paisaje con arquitectura. León Picardo. 1501 – 1535. Óleo sobre tabla, 170 x 139 cm
En esta obra de Pedro de Campaña las nubes estratiformes se apilan perfectamente en la vertical por efecto de la perspectiva, por su aspecto podrían ser altocumulus stratiformis opacus undulatus.
Altocumulus stratiformis opacus undulatus. © Markéta Augustinová. WMO International Cloud Atlas.
Otros grandes maestros, como Veronés, han representado este tipo de nubes, como se aprecia en esta obra cuyo tema es el episodio bíblico del rescate de Moisés de las aguas del Nilo por la hija del Faraón.
Moisés salvado de las aguas. Paolo Veronés.
Hacia 1580. Óleo sobre lienzo, 57 x 43 cm.
Doménico Tintoretto, hijo del famoso Jacopo, también representa estas capas de altocúmulos de tonalidad gris azulada.
Bautismo de Cristo. Doménico Tintoretto. Hacia 1585. Óleo sobre lienzo, 137 x 105 cm.
El Museo del Prado dispone de varias obras del paisajista flamenco Abel Grimmer, donde se observan nubes medias estratiformes. En esta obra se representa a Cristo explicando la parábola del sembrador, bajo un cielo cubierto de altocúmulus y altoestratos.
Parábola del sembrador. Abel Grimmer. 1611. Óleo sobre tabla, 24 x 34 cm.
Velázquez solía incluir en sus paisajes cielos cubiertos de nubes estratiformes, generalmente medias, aunque en alguna de sus obras muestra nubes blancas festoneadas, con apariencia cumuliforme. Uno de sus lienzos más emblemáticos, “La Rendición de Breda”, muestra uno de estos típicos cielos de nubes medias, donde la horizontalidad de las nubes estratificadas contrasta con la verticalidad de las picas que sostienen los soldados.
En muchos de sus retratos utilizaba como fondo la sierra de Guadarrama, cuyos cielos acostumbraba a cubrir con nubes medias estratiformes, y en alguna ocasión con nubes cumuliformes, como vemos en estos dos retratos ecuestres.
Para finalizar este capítulo dedicado a las nubes medias, incluimos este bello paisaje con la vista de Zaragoza, obra de Martínez del Mazo.
Vista de Zaragoza. Juan Bautista Martínez del Mazo. 1647. Óleo sobre lienzo, 181 x 331 cm.
En la próxima entrega continuaremos con las nubes de desarrollo vertical.
La meteorología en el Museo del Prado. V. Las Nubes. Tercera parte