Las precipitaciones reciben un nombre distinto en función de la intensidad medida en mm/h durante una hora. No es lo mismo un chubasco que una llovizna ni tienen las mismas consecuencias una lluvia fuerte que una lluvia torrencial. Te explicamos las diferencias.
Llovizna: La llovizna consiste en una precipitación de gotas de agua muy pequeñas (de un diámetro menor de 0,5 mm) y numerosas que pueden reducir la visibilidad. Hay que tener cuidado de no confundirla con la lluvia débil, ya que en el caso de la llovizna, la cantidad de agua precipitada es despreciable. Por eso con la llovizna no se habla de intensidad de precipitación.
Lluvias: La lluvia es la precipitación de gotas de radio mayor de 0,5 mm. En este caso sí hay una distribución de intensidades en mm/h. La clasificación es la siguiente:
Chubascos: La precipitación es fuerte y de corta vida, y cae desde nubes convectivas como los cumulonimbos. La distribución puede hacerse también en mm/h, siguiendo el mismo criterio que para las lluvias, pero teniendo en cuenta que, lógicamente, no existen chubascos débiles (de menos de 2 mm/h).
Granizo: El granizo consiste en pequeños glóbulos o trozos de hielo (pedrisco) con diámetros entre 5 mm y 50 mm (algunas veces más) y que caen separados o agrupados irregularmente.
Lluvia engelante: Esta precipitación se forma cuando la lluvia subfundida impacta sobre un objeto y se congela.
Nieve: La nieve está formada por cristales de hielo aislados o aglomerados (copos). Para el caso de nevadas encontramos la siguiente distinción según el tamaño de los copos y el aumento del espesor de la cubierta de nieve:
- Nevadas débiles: Copos pequeños y dispersos. Con viento en calma el espesor de la cubierta de nieve aumenta en una cantidad no superior a los 0,5 cm/h.
- Nevadas: Copos de mayor tamaño que cuando caen pueden reducir la visibilidad de forma sustancial. La cubierta de nieve aumenta su espesor hasta 4 cm/h.
- Nevadas fuertes: Reduce la visibilidad a un valor bajo y aumenta la cubierta en una proporción que excede los 4 cm/h.
En el caso de la nieve, los meteorólogos hablan de cota de nieve para referirse a la altura a la cual la precipitación comienza a caer en forma de nieve, independientemente de que cuaje o no.
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