Meteorología y Astronomía en Pandemia. Parte I (Meteorología)

Julio Solís García (carontesg@yahoo.es)

Poco después de comenzar el año pandémico 2020 nos visitó la borrasca GLORIA, séptima borrasca con gran impacto de la temporada 2019-2020, que el viernes 17 de enero fue ‘bautizada’ con ese nombre por la Agencia Estatal de Meteorología siguiendo el orden para el nombramiento de borrascas del Grupo Suroeste europeo de EUMETNET,

INTRODUCCIÓN

Con la llegada del año 2020, irrumpió en nuestras vidas un ente diminuto, mucho más pequeño que una mota de polvo, con un tamaño inferior a una diez millonésima parte de un metro, y que no consigue poner de acuerdo a los científicos acerca de poder ser considerado un ser vivo o no.

Este ‘personaje’ es el coronavirus SARS-CoV-2, que ha conseguido alterar la vida del ser humano sobre la Tierra, sus costumbres, sus hábitos, sus paradigmas, dando un giro de 180 grados a nuestro modo de vivir (al menos en la cultura occidental) y alterando nuestras relaciones personales, laborales, culturales y de ocio. También está generando un gran problema medioambiental debido a la contaminación por miles de millones de mascarillas, guantes y otros derivados de los plásticos, que terminan en los ríos, mares y campos.

Sin embargo, no todo ha sido malo, con las medidas restrictivas hemos dado al Planeta un respiro, un descenso drástico de la contaminación atmosférica y una reducción de los vuelos comerciales que ha supuesto un alivio para la naturaleza. Se nos ha mostrado el verdadero valor del respeto al medio ambiente y de los tremendos efectos de nuestra actividad previa en el entorno natural. Quizá aprendamos algo y podamos mantener los efectos beneficiosos de este parón involuntario para favorecer un desarrollo sostenible.

2020, un año singular

«No entiendes realmente algo a menos que seas capaz de explicárselo a tu abuela»                                

frase atribuida al físico Albert Einstein (1879-1955)

El COVID-19, nombre dado a la enfermedad ocasionada por el coronavirus SARS-CoV-2, apareció en una ciudad de China central llamada Wuhan, en la provincia de Hubei, donde se diagnosticó a primeros de diciembre de 2019 a la primera persona infectada, trabajador del mercado que presentaba insuficiencia respiratoria y neumonía grave. A partir de ese momento se fue extendiendo por el mundo, llegando a Francia (primer caso en Europa) a finales de enero de 2020. Hasta ese momento, parecía algo lejano que afectaba a lugares remotos y perdidos de Oriente con poca repercusión en nuestras vidas, y con síntomas parecidos a los de un resfriado o una gripe leve. Sin embargo cuando apareció un brote a mediados del mes de febrero cerca de Milán, en el norte de Italia, ya se empezó a ver claramente la dimensión del problema sanitario.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el día 30 de enero que el brote constituía una emergencia de salud pública de importancia internacional (ESPII), y el día 11 de marzo determinó que la COVID-19 podría caracterizarse como ‘Pandemia’.

En España, el Gobierno decretó el ‘Estado de Alarma’ el día 14 de marzo, con unas severas medidas y restricciones que se mantuvieron en vigor, mediante prórrogas, hasta el día 21 de junio.

Posteriormente fueron las Comunidades Autónomas las que afrontaron la situación de emergencia sanitaria provocada por el SARS-CoV-2, incluso a partir del día 25 de octubre, fecha en la que el Gobierno decretó un nuevo estado de alarma, prorrogado hasta el día 9 de mayo de 2021, en el que delegaba la autoridad competente en las presidencias de las Comunidades Autónomas.

La expansión del coronavirus por el mundo, y las consiguientes medidas tomadas por las autoridades sanitarias y gubernativas, se ha traducido en un cambio drástico en nuestras vidas y en nuestros usos y costumbres, como la incorporación de forma indispensable y obligatoria de las mascarillas a nuestra vestimenta, los saludos con los codos o con los pies, la eliminación de besos, abrazos y estrechamiento de manos, los aforos limitados, actividades suspendidas, turismo en hibernación, toques de queda y sobre todo la distancia social como parte sustantiva de las nuevas formas de relación social.

Todo ello ha disparado las afectaciones psicológicas y sociales, al margen de los efectos directos del coronavirus para la salud, con unas cifras que asustan: casi 3 millones de fallecidos y más de 127 millones de contagiados (hasta marzo de 2021), con los sistemas sanitarios saturados y en muchos casos al borde del colapso.

Desde la aparición del SARS-CoV-2 en nuestras vidas, buena parte de la atención y de las noticias ha girado en torno a la evolución de la enfermedad COVID-19 (curvas de evolución, oleadas, vacunas, adaptación de nuestras actividades cotidianas a la nueva situación) y a la política nacional e internacional, dejando poco hueco para el resto de cuestiones que hasta ese momento ocupaban las portadas de los periódicos y los telediarios. Tampoco se ha prestado demasiada atención a los acontecimientos excepcionales de carácter meteorológico y astronómico, como veremos más adelante.

La necesaria implantación del teletrabajo, que hasta hace poco más de un año era una práctica poco extendida entre la mayoría de empresas y en las Administraciones Públicas, se ha ido consolidando y regulando adecuadamente desde el punto de vista laboral, suponiendo también un elemento que ha reconfigurado en buena medida la forma de vivir y trabajar en nuestro país.

Como ejemplo en las Administraciones Públicas, cabe mencionar el caso de la Agencia Estatal de Meteorología (antes denominada Instituto Nacional de Meteorología (INM), Servicio Meteorológico Nacional (SMN), o Servicio Meteorológico Español), para la que la súbita implantación del teletrabajo ha supuesto un desafío tecnológico y organizativo nunca visto antes en sus más de 140 años de existencia, que se está desarrollando con éxito y que supone una referencia para muchas dependencias y Organismos de la Administración General del Estado.

Otro Organismo Público que desde mediados de marzo del pasado año pasó a ser una organización ‘virtual’, en palabras de su Director en el prólogo del Anuario Astronómico 2021, es el Observatorio Astronómico Nacional, en el que todo su equipo de astrónomos y astrónomas pasaron a desarrollar sus tareas en modo de teletrabajo. El propio director, Rafael Bachiller, publicó en el referido Anuario un estupendo artículo titulado ‘Astronomía en tiempos de pandemia’, de obligada lectura para comprender el impacto de la situación de pandemia provocada por el coronavirus SARS-CoV-2 en el colectivo astronómico profesional a escala mundial, y en las instituciones españolas en particular, en concreto en el propio Observatorio Astronómico Nacional.

Meteorología

«Por mucho que recorramos el mundo detrás de la belleza, nunca la encontraremos si no la llevamos con nosotros»

Louis Audoubert

Con la aparición y extensión del COVID-19 se han producido unos acontecimientos de carácter meteorológico poco habituales, como si se hubiera puesto de acuerdo el clima con el coronavirus para hacer de este periodo pandémico algo singular.

Como ejemplo podemos mencionar la coincidencia de la declaración del estado de alarma, en marzo de 2020, con un episodio insólito de semanas continuadas de cielos cubiertos en Málaga y otras zonas del sureste peninsular. El Sol se ‘confinó’ como el resto de la ciudadanía, ocultándose tras las nubes durante un lapso de tiempo continuado mayor que cualquier otro registrado en el mismo periodo desde que se tienen registros (año 1948). Entre el 15 de marzo y el 23 de abril de 2020, en Málaga se registraron solamente 168,4 horas de sol, muy por debajo de cualquier registro anterior, que nunca bajó de 200 horas, y en Valencia se contabilizaron 100 horas menos de sol del valor normal, que para esa ciudad y en ese periodo es de 231 horas.

También resultó un periodo particularmente húmedo, registrándose más del doble de la precipitación habitual en esas fechas, aunque en el cuadrante sureste peninsular se llegó a triplicar. Esta situación, que de alguna manera afectó a toda la península, devino por la presencia de un anticiclón situado en el centro de Europa que obligó a todas las perturbaciones y frentes a desplazarse más al sur de lo normal, haciéndolas incidir de lleno en la península Ibérica y ocasionando un nivel de insolación anormalmente bajo, particularmente en Valencia, Murcia, y Andalucía Oriental (incluyendo Melilla). Lógicamente, ese anticiclón de bloqueo situado en el centro-norte de Europa provocó en esas zonas un nivel de insolación más alto de lo habitual.

DANA

En la península Ibérica, sobre todo en la zona mediterránea, suelen producirse lluvias intensas, chubascos y fenómenos tormentosos, con presencia de células convectivas de grandes dimensiones o varias de ellas encadenadas, sobre todo a finales de verano y otoño, y con menos frecuencia en primavera. Estos fenómenos en muchas ocasiones, aunque no siempre, están asociados a la presencia de una DANA.

El término DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) es muy frecuente escucharlo en la información meteorológica de los telediarios y en la prensa escrita, a casi todo el mundo le resulta familiar, pero quizá no muchas personas tengan una idea clara de su significado.

Para explicar de una forma breve y sin tecnicismos ni profundidades el concepto de DANA, es necesario hablar de la corriente en chorro, que es una corriente de aire o flujo, como si fuera un río en la atmósfera, de varios cientos de kilómetros de anchura y con unos pocos kilómetros de espesor, situado cerca de la tropopausa a una altitud de unos 10 kilómetros, más o menos, y que se extiende de oeste a este por latitudes de entre 30º y 60º en ambos hemisferios, como si fuera una serpiente.

Esa corriente, que en el hemisferio norte discurre entre dos grandes masas de aire, una polar muy fría al norte y otra más cálida de tipo tropical al sur, se caracteriza por desplazarse a unas velocidades que rondan los 300 km/h, hecho que conocen bien las aerolíneas comerciales que, ‘cabalgando a lomos’ de esta corriente en chorro, pueden aumentar considerablemente su velocidad, ahorrar combustible y reducir el tiempo de vuelo considerablemente. Un avión comercial, que suele volar a velocidades de entre 800 y 900 km/h, puede alcanzar fácilmente casi 1 300 km/h llevando el viento de la corriente en chorro de cola, ‘empujando’ la aeronave y acortando el tiempo de vuelo entre Nueva York y París por ejemplo. En caso contrario, si tuviera que volar ‘enfrentado’ a la corriente en chorro, su velocidad efectiva respecto al suelo se reduciría hasta unos 600 km/h.

Pues bien, en esa corriente en chorro que transcurre a modo de meandro, con ondulaciones, en ocasiones se produce una estrangulación en alguna de dichas ondulaciones, formando una ‘burbuja’ o ‘gota’ que se descuelga del chorro y se desplaza aisladamente hacia el sur durante un máximo de cuatro o cinco días, hasta que se disipa o desaparece al absorber el aire menos frío que la rodea.

Esta situación fue el origen de la denominación habitual de ‘gota fría’ utilizada hasta hace unos años, referida al fenómeno que de forma más correcta y precisa se denomina actualmente ‘DANA’, es decir, un embolsamiento de aire frío (más frío que su entorno) que se desplaza por la zona superior de la troposfera como una burbuja aislada, con poco o ningún reflejo en la situación atmosférica por debajo de ella hasta la superficie.

Sin embargo, lo más frecuente es que las DANA tengan un efecto adverso cuando coinciden con una masa de aire más templada y húmeda en superficie, sobre todo si contiene abundantes núcleos de condensación como la sal marina o polvo, generando gran inestabilidad y disparando la formación de grandes nubes convectivas tormentosas (cumulonimbus) que suelen provocar lluvias muy intensas, granizo, vientos fuertes, tornados, trombas marinas y otros fenómenos violentos.

Por ejemplo, en la zona del Mediterráneo, cuando el viento de levante húmedo y cálido se encuentra con una DANA (sobre todo si la temperatura del agua del mar es alta), se desencadenan tormentas severas que suelen generar lluvias torrenciales, inundaciones y otros daños.

Una de las DANA más dañinas de la historia reciente de España, que originó precipitaciones torrenciales con importantes inundaciones y riadas, se produjo entre los días 9 y 16 de septiembre de 2019, con un balance de siete personas fallecidas. Afectó a toda la vertiente mediterránea, desde Cataluña hasta Andalucía, pasando por Valencia, Murcia, Baleares, e incluso Castilla-La Mancha y Madrid (figuras 1 y 2).

Figura 1: Mapa isobárico de superficie – 11/09/2019 (AEMET)
Figura 2: Mapa de isohipsas a 500 hPa – 11/09/2019 (AEMET) -Altitud Geopotencial-

Borrasca GLORIA

Poco después de comenzar el año pandémico 2020 nos visitó la borrasca GLORIA, séptima borrasca con gran impacto de la temporada 2019-2020, que el viernes 17 de enero fue ‘bautizada’ con ese nombre por la Agencia Estatal de Meteorología siguiendo el orden para el nombramiento de borrascas del Grupo Suroeste europeo de EUMETNET, formado por los Servicios Meteorológicos Nacionales de Portugal (IPMA), Francia (Météo-France), Bélgica (RMI) y España (AEMET). El motivo para adjudicarle un nombre propio fue emisión de avisos de nivel rojo y naranja por rachas de viento, lluvia, nieve y fenómenos costeros para el norte y este peninsular y la zona de Baleares.

La borrasca GLORIA se originó a primeras horas del viernes 17 de enero, como un vórtice en niveles altos situado en el Atlántico norte, próximo a Terranova, desplazándose rápidamente en dirección a Europa al tiempo que se generaba una zona de bajas presiones en superficie. A mediodía del día 18 el vórtice y la baja se encontraban al noroeste de la Península, recorriendo la península Ibérica en dirección Sureste hasta llegar al Mediterráneo durante la tarde y primeras horas del día 19.

En ese momento, al pasar a sotavento (lugar hacia donde se dirige el viento) de la Península, la baja en superficie se profundizó ligeramente, convirtiéndose en la borrasca GLORIA, que a mediodía del día 19 tenía su centro entre Ibiza y el cabo de la Nao. Aunque el valor de la presión en el centro de la borrasca no era especialmente bajo, en torno a 1011 hPa, el hecho de que se formara un potentísimo anticiclón centrado al sur de Gran Bretaña, con un máximo histórico de más de 1050 hPa, hizo que se estableciera un fuerte gradiente de presión desde el sur de Francia hasta Baleares.

Este gradiente provocó vientos fuertes con rachas muy fuertes, y un oleaje que alcanzó valores récord en esa zona del Mediterráneo, además de aportar gran cantidad de humedad y precipitaciones a las comarcas litorales y a las Baleares. 

La borrasca GLORIA permaneció en la posición descrita durante menos de 24 horas, pues a lo largo del día 20 se desplazó en dirección suroeste, hasta ser absorbida por una baja de mayor tamaño, centrada en ese momento en el mar de Alborán, que abarcaba la mitad sur peninsular y la mayor parte de Marruecos.

Esta baja de gran tamaño, que ya no era propiamente GLORIA, persistió hasta el miércoles 22, lo mismo que el potente anticiclón al norte de la Península, lo que provocó que el temporal marítimo del levante iniciado con GLORIA, continuara aportando grandes cantidades de precipitación en las comunidades del Mediterráneo.

Desde el jueves 23 hasta el sábado 25, la borrasca que había absorbido a GLORIA continuó muy activa, con episodios convectivos de gran intensidad, especialmente en la provincia de Málaga, donde hubo una espectacular granizada el día 23 (figuras 3 a 9) y desbordamientos de ríos durante el día 25. El domingo 26 la baja se fue desplazando hacia el este, en dirección a Italia, dejando de tener actividad.

Según datos de Protección Civil y otros Organismos, durante los días 20 y 21 de enero se registraron 13 fallecidos y 3 desaparecidos relacionados con los efectos de la borrasca GLORIA, la mayor parte de ellos en el Mediterráneo. Hubo además cortes en las redes de carreteras y ferrocarriles, en el suministro eléctrico y telefónico, poblaciones aisladas por la nieve, desbordamiento de numerosos ríos, destrucción de paseos marítimos y amplias franjas del litoral, con especial incidencia en el Delta del Ebro, que fue totalmente inundado. 

En cuanto al oleaje, según Puertos del Estado, se estableció un récord en mar abierto al medirse una altura media de 8,44 m en la boya de Valencia el día 20 a las 06 UTC (el máximo registro anterior en esta boya fue de 6,45 m en el año 2017), siendo el anterior récord de 8,15 m medidos en la boya de Mahón (Menorca) en enero de 2003.

Por otra parte, el día 21 de enero de 2020 a las 12 UTC se registró el record absoluto de altura máxima de oleaje en la boya de Mahón, con un valor de 14,77 m.

Las precipitaciones fueron intensas y persistentes en el Mediterráneo durante todo el episodio, llegando a acumularse más de 400 mm en algunos puntos a lo largo de la semana. Las precipitaciones fueron de nieve en cotas bajas, incluso de 300 m en el este peninsular, de modo que se produjeron importantes acumulaciones, que en zonas entre las provincias de Tarragona, Teruel y Castellón llegaron a sumar en torno a un metro de nieve nueva. Varias poblaciones de Teruel quedaron aisladas.

Borrasca FILOMENA

La borrasca con gran impacto GLORIA inauguró el año 2020, y en el 2021 no íbamos a quedarnos atrás, meteorológicamente hablando. La borrasca FILOMENA entraría por la puerta grande nada más empezar el año 2021, incluso aumentando los efectos de la borrasca GLORIA, en cuanto a su extensión geográfica y al grado de alteración de nuestro ritmo de vida cotidiano durante varios días por todo el país.

La borrasca FILOMENA se generó en el interior del este de los EE.UU. entre los días 1 y 2 de enero de 2021, se desplazó hacia el noreste de Norteamérica y el día 3, ya completamente formada, entró en el océano Atlántico desde Nueva Escocia (Canadá). Durante ese día y el siguiente, arrastrada por una rama meridional del chorro polar, se desplazó rápidamente en dirección sureste, perdiendo parte de su estructura de borrasca extratropical típica y debilitándose.

FILOMENA fue la sexta borrasca con gran impacto de la temporada 2020-2021, nombrada por AEMET el martes 5 de enero de 2021 a las 10:00 UTC por avisos emitidos para el 6 de enero y siguientes días, por temporal de viento, lluvias fuertes y/o persistentes y fenómenos costeros en Canarias, sur de Andalucía y Ceuta, y por nevadas copiosas en amplias zonas del interior peninsular. Ese mismo día 5 llegó al centro del Atlántico, situándose un poco al oeste de las islas Azores, aproximadamente a 37ºN – 35ºW. Durante las 48 horas siguientes se desplazó rápidamente en dirección sureste hasta situarse sobre las Islas Canarias el día 7 a mediodía, reforzándose al encontrar aguas más cálidas y adquiriendo en algunos momentos características similares a las de los ciclones tropicales. El día 6 un frente frío que iba por delante de la borrasca había producido lluvias intensas y fuertes vientos en el archipiélago, fenómenos ambos que se repitieron durante el día 7, ya con FILOMENA encima de las islas, y primeras horas del día 8 cuando empezaba a abandonarlas.

A lo largo del día 8 de enero, FILOMENA, de nuevo con una estructura de borrasca extratropical marcada (frentes frío, cálido y ocluido), se desplazó rápidamente en dirección noreste. Mientras tanto, y desde dos semanas antes, concretamente desde el día de Navidad del año 2020, se había establecido un flujo de aire polar muy frío sobre la Península que había llevado las temperaturas a valores muy bajos, con mínimas por debajo de 0 ºC en prácticamente todo el territorio, y valores de hasta -16 ºC en algunos puntos, y máximas que a duras penas superaban los 0 ºC  en algunas zonas. 

Por tanto, al llegar la borrasca FILOMENA a la Península, el aire cálido y húmedo que traía sobrevoló el aire muy frío que tenía por debajo y, de Andalucía hacia el norte, toda la precipitación se produjo en forma de nieve, lo que ocurrió durante casi todo el día 8 y la mayor parte del día 9, abarcando todo el centro y cuadrante noreste de la Península. A finales de ese día el centro de la borrasca se desplazó hacia el mar de Alborán, y durante el día 10 se fue rellenando y cesando su actividad, aunque lo más destacado por su excepcionalidad y duración fueron las nevadas que cubrieron aproximadamente la mitad de la España peninsular, y que sin lugar a dudas pueden ser calificadas como históricas al acumular hasta 50 cm de nieve en Madrid capital (figuras 10 a 14) y otras zonas del centro y este peninsular.

También fueron muy importantes las lluvias en Andalucía, sobre todo en Málaga, donde en algunos puntos llegaron a ser torrenciales durante el día 8 (figuras 15 y 16).

Baleares y Cataluña también se vieron afectadas por lluvias, nevadas y algunas tormentas debido a una zona de bajas presiones secundaria, formada a sotavento de las montañas de Argelia, que se mantuvo activa durante la segunda mitad del día 9 y la mayor parte del día 10.

Una vez finalizado el ciclo de vida de FILOMENA, tras cesar las precipitaciones y despejarse los cielos durante el domingo día 10 de enero, la gran capa de nieve depositada en el suelo en buena parte de la mitad de la Península, absolutamente excepcional en muchos puntos, con espesores de entre 30 y 50 cm, junto con el establecimiento de un anticiclón centrado en la Península, provocó una ola de frío igualmente excepcional que duró toda la semana siguiente, desde el lunes 11 hasta el domingo 17, y que también se puede considerar histórica por los registros alcanzados, emitiéndose avisos de nivel rojo por temperaturas mínimas en las zonas de Madrid, Castilla-La Mancha y Aragón, junto con alguna de Castilla-León, y batiéndose récords de temperaturas mínimas en muchas zonas.

El principal impacto de la borrasca FILOMENA fue la extraordinaria nevada mencionada, tanto en extensión como en espesor, que cubrió una gran parte (cerca de la mitad) de la España peninsular entre los días 8 y 10.  En Madrid capital (figuras 17 y 18) y sus alrededores se alcanzaron valores máximos de unos 50 cm de nieve, algo totalmente inusual, así como en zonas altas de Castellón y en el Pirineo de Lleida y Huesca, donde sí es más frecuente. También hubo importantes nevadas en el Teide (Tenerife).

Durante la ola de frío se registraron numerosas efemérides, entre las que destacan los -13,4 ºC medidos en Toledo (el anterior registro fue de -9,8 ºC), los -21,0 ºC de Teruel (antes -19,0 ºC) y los -21,3 ºC de Calamocha (antes -20 ºC, en su actual emplazamiento), todos ellos el día 12, que resultó el más frío de la ola, y que duró hasta el día 20 con la llegada de una borrasca atlántica y temperaturas más suaves.

AEMET registró como valores de temperaturas mínimas más bajas: -26,5 ºC en Torremocha de Jiloca (Teruel), -25,4 ºC en Bello (Teruel) y -25,2 ºC en Molina de Aragón (Guadalajara). Otras estaciones ajenas a AEMET midieron temperaturas inferiores incluso a -30 ºC, registrándose una temperatura mínima de -33,6 ºC en el lugar deshabitado de Checa-Vasequilla (Guadalajara), a 1520 m de altitud, y entre los lugares habitados el valor más bajo fue de -29,9 ºC en Royuela (Teruel), a 1200 m de altitud, ambos en estaciones de la red de aficionados Meteoclimatic.

Aunque el impacto de la nieve fuera lo más destacado, la borrasca FILOMENA trajo también abundantes precipitaciones en forma de lluvia, tanto en Canarias, como en el sur y este de la Península.

Próximamente:

Meteorología y Astronomía en Pandemia. Parte II (Astronomía)

Las instalaciones astronómicas más avanzadas del mundo también han visto afectado su funcionamiento debido al coronavirus que nos acompaña. Para preservar la salud del personal y la seguridad de las instalaciones de alta tecnología, casi todos los complejos astronómicos han modificado su rutina habitual de trabajo, incluso cerrando temporalmente muchos de ellos. Por ejemplo, en el Observatorio de Mauna Kea (Hawái) los telescopios han pasado a modo de operaciones restringidas, en el que tan sólo se permite el uso de algunos instrumentos y se favorece el control remoto de las instalaciones, lo mismo que en España (Canarias, Calar Alto, Pico Veleta, Yebes, etc…) donde se han suspendido las visitas, tratando de mantener los telescopios en operación mediante observaciones en modo robótico o con equipos mínimos de personal en modo presencial. Solamente continúan con relativa normalidad las tareas desarrolladas por equipos capaces de funcionar automáticamente sin la presencia de personal………

Acerca de aemetblog

La Agencia Estatal de Meteorología sucedió en 2008 a la entonces Dirección General del Instituto Nacional de Meteorología, con más de 150 años de historia. Actualmente está adscrita, según el artículo 4.4 del Real Decreto 864/2018, de 13 de julio, por el que se desarrolla la estructura orgánica básica del Ministerio para la Transición Ecológica, a ese departamento ministerial a través de la Secretaría de Estado de Medio Ambiente. El objeto de AEMET, según el artículo 1.3 del Real Decreto 186/2008, de 8 de febrero por el que se aprueba su Estatuto, es el desarrollo, implantación, y prestación de los servicios meteorológicos de competencia del Estado y el apoyo al ejercicio de otras políticas públicas y actividades privadas, contribuyendo a la seguridad de personas y bienes, y al bienestar y desarrollo sostenible de la sociedad española". Como Servicio Meteorológico Nacional y Autoridad Meteorológica del Estado, el objetivo básico de AEMET es contribuir a la protección de vidas y bienes a través de la adecuada predicción y vigilancia de fenómenos meteorológicos adversos y como soporte a las actividades sociales y económicas en España mediante la prestación de servicios meteorológicos de calidad. Se responsabiliza de la planificación, dirección, desarrollo y coordinación de actividades meteorológicas de cualquier naturaleza en el ámbito estatal, así como la representación de éste en organismos y ámbitos internacionales relacionados con la Meteorología.
Esta entrada ha sido publicada en TODOS LOS ARTÍCULOS y etiquetada como , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario