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Integración de un atlas mundial de distribución de nubosidad en el proyecto “Map of Life”

clouds-194840_960_720Aunque las nubes nos parezcan tan distantes con características tan efímeras que nos pueden hacer pensar que tienen poco que ver con la vida que se desarrolla sobre la tierra, lo cierto es que, además de proveernos del agua de lluvia, su presencia en el cielo afecta a todo: desde la viabilidad de los ecosistemas,  la cantidad de CO2 que absorben las plantas, hasta la efectividad de la reproducción de los reptiles, por poner algún ejemplo. A través de los mapas de nubes, según recientes investigaciones, los científicos pueden “cartografíar” la vida.

El investigador de la Universidad de Yale (ahora en Buffalo), Adam Wilson ha compilado una base de datos de la cobertura de nubes mundial. Esta base de datos incluye 15 años de observaciones por satélite con imágenes captadas por los sensores de los espectroradiómetros (MODIS) que van a bordo de los satélites “Aqua” y “Terra” de la NASA. Estos satélites recogen imágenes diarias de la mayor parte de la superficie de la Tierra. En muchas zonas del mundo, las nubes, muy frecuentemente, no dejan ver la superficie.

Mediante la combinación de todas las observaciones de nubes entre 2000 y 2014, Wilson y su compañero  Walter Jetz, generaron una exhaustiva climatología mundial de nubes, gracias a la cual podemos saber su distribución y estacionalidad. Con esta nueva base de datos, el Observatorio de La Tierra (NASA) ha generado una serie de mapas de estacionalidad y distribución temporal de nubes.

 

Este mapa muestra en qué lugares la cobertura de nubes tiende a ser constante durante todo el año (blanco) y en el cuáles varía en función de la temporada (azul oscuro). Como podemos ver, la mayor parte de la India, el sur de África, y el norte de Australia experimentan cambios de nubosidad estacionales.

El segundo mapa muestra la distribución temporal de la nubosidad distribuida por meses, a lo largo del año. La estacionalidad de la cubierta nubosa puede tener un impacto crucial en los ecosistemas, por lo que los nuevos atlas de nubes serán útiles para el establecimiento de los límites de cada ecosistema. Así, mientras los bosques tropicales y subtropicales se desarrollan bajo cielos siempre nubosos, con la nubosidad constante, las sabanas tropicales y subtropicales de África y la zona norte de Australia, se han adaptado a la gran variación estacional de nubosidad y precipitaciones.

Algunas de las zonas que presentan mayor nubosidad, como Los Andes, la cuenca del río Congo, Indonesia, Borneo y Nueva Guinea, se caracterizan por una vegetación de bosques, siempre nublados, que albergan una notable biodiversidad.  Wilson y Jetz pretenden que su nueva climatología de nubes sea útil para los ecologistas y pueda utilizarse como herramienta para predecir la distribución geográfica de especies animales y vegetales. Para ello han trazado las áreas de distribución del pájaro conocido como trepador montano, que vive en bosques con nieblas y de la planta King protea, que florece en un ecosistema semiárido en Sudáfrica.

Con este estudio han llegado a la conclusión de que la nueva climatología de nubes es una herramienta mejor para predecir la distribución geográfica de las dos especies, que los análisis de los patrones de temperatura y precipitación, hasta ahora el método estándar para predicción de especies. En este momento se está integrando la base de datos de nubosidad en las predicciones de la biodiversidad que se ofrecen como parte del proyecto “Map of life”.

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